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Aire Libre

En bici por Madrid Río

Donde dije Río digo Madrid

En la antigua M30 de Madrid han construido un río, con paseo y todo. Me explico. En realidad, el río, de mucho asfalto y poca agua, ya existía. En esta rara relación que la ciudad establece con la naturaleza, la poca agua funcionaba como mediana de la M30.

Hasta que llegó Gallardón, ese político madrileño que tanto gusta de invertir los términos: “Donde hubo asfalto habrá río”. La  M30 se esconde y emerge el Manzares. Inventos de lo post- y de los políticos.

Invernadero de Arganzuela y Matadero.

La bici de Miss Wonderly me lleva a saltos hasta el Matadero. Los trompicones son el tráfico de Delicias y de las personas en las aceras -Madrid no tiene carril bici.

El Matadero me haría olvidar el paseo con sus distracciones, ni se me ocurre entrar.
Lo mismo ocurre con el Invernadero de Arganzuela. Un refugio agradable que merece un paseo a propósito y una visita tranquila.

Dejo atrás el Invernadero y, al subir hacia el puente de Praga, caigo en un  tríptico  tridimensional. Por un túnel, hacia  la oscuridad, los coches desaparecen como fantasmas.  En la superficie central, Garrido y Burgos, señores arquitectos, diseñan la cubierta. En la tercera solapa, el Manzanares con forma de canal. Una promesa de río en el que volverán los árboles, los animales pequeños y las aguas cristalinas.  Cierro mi folleto y tiene forma de papeleta electoral. En la contraportada central leo:  Plan especial río Manzanares. Etapa A. Zona sur. 2008-2011.

En la zona del Calderón o cruzas o acabas en el Infierno

Zona del estadio Vicente Calderón…o El Infierno.

El infierno de este delicioso jardín se materializa, como no, en el subsuelo. Allí está enterrada ahora la M30, con sus cuatro años de obras apresuradas. Ésta que escribe no os recomienda su visita. Si os pierde la curiosidad, basta con entretenerse un rato bajo cualquiera de los puentes motorizados que sobrevuelan el paseo.

Da igual en cuál, todos reproducen bien los vicios del infierno y añaden, digo yo que por continuidad postmoderna, algunos elementos como columpios o aparatos de gimnasia. En mi caso, decidí dar media vuelta y cambiar de orilla: El estadio Vicente Calderón interrumpe la margen oriental y ademas, el carril bici de la ribera occidental es mucho más amplio. Así que me escapo del tráfico del puente de Praga, retrocedo unos metros y pedaleo sobre las aguas por uno de los dos puentes Gemelos, vías directas desde el Invernadero y el Matadero a la otra orilla.

Los Puentes Gemelos de Canogar

En este puente empiezan los excesos de este jardín: las pasarelas sobre el río. Éste primero, es amable como refugio y si te pilla con la cabeza en alto, te descubre a los vecinos de la zona. O al menos eso dice su autor, Daniel Canogar, que tuvo la santa paciencia de colocar los más de seis millones de pixeles de sus fotografías como teselas.

Pasarela Perrault

Varios puntos biosaludables más allá, después del parque de Arganzuela, cruza el parque la pasarela de Perrault.  Es una construcción aparente: escalonada, peatonal y de materiales pulcros. En la estructura, el deseo de menos es más, habitual de nuestros estudios de arquitectura. Cuanto más me aproximo, más me recuerda a una molécula a gran escala de ácido dexosirribonucleico.

A la Pasarela Perrault le llaman El puente ADN

Desde este nucleo, el ocio se transcribe en las riberas. Allí el parque produce columpios para niños, jóvenes y adultos: Pistas de pádel, pistas de skate, de BMX y de patinaje. Hay fútbol, con baloncesto como contrapeso. Mutaciones vibrantes como la playa de Madrid y para repostar, hidratos empaquetados en chiringuitos container. De cuando en vez, allá a lo lejos, conjuntos de arbolillos.

De camino a la tercera pasarela, echo de menos la naturaleza viva y organizada del botánico. Supongo que en un parque del siglo XXI,  bañarte en el río o entretenerte con el ritmo estacional de la vegetación, no tiene sentido. 

Echo de más, las subidas y bajadas de las riberas, al ritmo de ese invento soterrado que se llama la M30. Pero con este espíritu nació Madrid Rio, y aunque no facilite mi paseo y acote, con su fina lámina de tierra, vuestros bosques frondosos del futuro, ¿quién sabe dónde parará el ADN en los próximos doscientos años?.  Lo de menos es el hipotecón que nos queda por pagar y lo de más, esta sana ostentación del presente.

El puente verde en Y

En el puente verde en Y, la última de las tres modernas pasarelas, este presente es una jaula metálica. Si no funciona como metáfora, se me ocurre un homenaje directo al antiguo puente verde.  Hubo un tiempo en el que en las riberas tenían una función menos lúdica y el río un recorrido menos proteico. Aún así el Manzanares, se medía por su utilidad: lavadero todo el año, regadío y baños veraniegos.

La ambición de un rio navegable dio con el sueño de un canal, el Real  Canal de Manzanares, que uniría Madrid con Aranjuez, repartiendo mercancías hasta Sevilla y Lisboa. Pero no pudo ser, y se clausuró en 1860, después de casi cien años de obras inacabadas, parte de las cuáles, recuperadas durante la excavación, duermen ahora en las aguas discretas de la burocracia madrileña. Puentes y esclusas resisten todavía en el tramo 2 del Parque Lineal. Un Madrid río que pudo haber sido y no fue, como la isla-piscina, la vieja playa o aquel puente verde de la Florida.
Con éste de ahora, la diferencia está en el metal y en la Y que salta con el verde desde la estructura hasta el nombre. Si la necesidad es un color más vistoso, toca  esperar a las luces de  la noche. Todavía es de día, y esta pasarela, como las otras, organiza entre líneas y sombras el paisaje.

Hacia el Campo del Moro

De camino hacia la ermita de La Florida,  Madrid  diseña su catálogo de delicias:  Bicis y peatones, todos juntos. Las presas para cambiar de orilla y no para encajonar el río. Para no olvidarte del viejo Manzanares, múltiples miradores. Vestigios arqueológicos como el puente de Toledo, el de Segovia o el del Rey y el Campo del Moro.

Niños con chaquetas y patines, adultos con chándal que hacen footing, que pedalean, que se protegen del frío mientras leen en las riberas.  Adolescentes acalorados en la huerta de la partida. Señores de abrigo y de corbata que van con prisa.  El otoño en el parque nace y muere en los cambios de ropa de nosotros, su fauna. Hoy es un día de estos que se dicen laborables y el parque, como la M30, caza su esplendor otoñal entre la salida del cole y las siete de la tarde.

Puesta de sol sobre el río

Entre el festivo mogollón y una reacción tipo polilla hacia la luz, la bici cambia de rumbo. Estoy en el puente del Rey. Atardece, y detrás de brillantes rosas y naranjas, el puente ADN muta en vivo y en directo. El reflejo contamina las riberas y el parque juega a otros contrastes. Frente a la huerta de la partida, algo así como el edén se reconstruye. Un grupo de jubilados se esparce por los bancos.  Se sientan y esperan. Ahora el  puente es una molécula más en el paisaje. En el centro del parque, la rareza, en una ciudad  casi sin ponientes, de una auténtica puesta de sol.

El horizonte no es tan amplio como el del Templo de Debod, ni el cielo tan despejado como el de la casa de Granada, pero la luz se filtra entre los árboles de la Casa de Campo y el recuerdo de los juegos de luces de los pretiles de las pasarelas palidece.

En esta rara relación que Madrid mantiene con su río, la ciudad ha sido la constante en el código de lectura. Cuando llega el atardecer y cae la primera noche,  la tierra gira y el parque toma un nuevo ritmo. Si paras dónde los jubilados en lugar de compartir banco – edad obliga- podrás compartir Castilla. Sólo deberías perdértelo por un nuevo pedaleo.

Anochece: La hora del parque

Ésta es la hora del parque, los escasos quince minutos en los que rio, canal y edificios desaparecen en un  pasadizo breve, antes de que la ciudad intercambie vapor de sodio por estrellas.

Después más Madrid. Constelaciones como calles, como pasarelas  y como fuentes. Pero esto, como todo lo demás, es mejor que te acerques a verlo.

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Madrid Rio

Desde el Invernadero de Arganzuela al Campo del Moro

 Paseo por Madrid Río

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4 comments to En bici por Madrid Río

  • En bici por Madrid Río | La playa de Madrid, ¿Puedes aportar más?, me resulta didactico esta articulo. Saludos.

  • Ms. Wonderly

    El tema de la bici en Madrid es complicado de explicar, y merece un artículo de investigación completo. El carril bici se va implantando de forma muuy lenta y con errores que claman bastante al cielo.

    En el caso de Madrid Río hay tramos que se pueden hacer en carril bici con mucha comodidad. Pero hay una especie de abismo…un momento pesadilla con coches desbocados a la altura del estadio Vicente Calderón en que un ciclista de pronto no sabe ni qué hacer, tampoco como peatón. Por eso recomendamos cruzar a tiempo a la otra orilla (luego no se puede hasta pasar el tramo infernal).

    Por otra parte, llegar en bici a Madrid Río es otro cantar. No hay una unión clara ni fácil con el centro de la ciudad.

    Los que usamos la bici a diario nos lo tomamos con humor y paciencia. El ayuntamiento ha ido poniendo carril bici por primera vez este año. Hay algunos trozos en el centro, en Sol, en mayor, en Alcalá, en Serrano… parecen hechos solo para quedar bien, y están bastante desconectados entre sí.

    La implantación de la bici la hace con mucha desgana, como si no tuviese más remedio y mucho más tarde que otras ciudades de España -Y no digamos capitales de Europa-. Me asombra que luego pretendan ser ciudad olímpica. Los observadores europeos se tienen que reír, o llorar.

  • Alejandro

    Hola, recomendarias el uso de bicicletas para recrearnos en familia (2bicis, c/u un adulto llevando un niño) ?
    Hay lugares de alquiler, como para ser posible para turistas no españoles?

    • Ms. Wonderly

      Pues dentro de Madrid Río sí que es una ruta fácil para ir con niño, sobre todo si no hay mucha gente.
      Pero lo malo es llegar hasta el Río con la bici. Madrid aun no es demasiado amigable con el ciclismo urbano.
      A ver si te responde aquí algún padre que lo haya hecho.
      Te puede ayudar este servicio de alquiler de bicicletas de Matadero, queda al lado y merece la pena conocer el Matadero de Madrid. Probarlo no lo he probado, pero pinta bien:
      También se me ocurre dirigirte a un par de links que te pueden ayudar:
      Consulta directa a En bici por madrid y planos de bici.
      Mapa de las bicicletas eléctricas de alquiler del ayuntamiento de Madrid
      Bicimad

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