¿SESO habla de SEXO? No. Habla de SESO: algo repugnante dentro de nuestra cabeza blando, amoratado, que nuestras madres nos obligaban a comer cuando estuvo de moda dárselo a los críos: “De lo que se come se cría”.
Fernando Epelde ha publicado ya un relato en La Playa de Madrid. Se llama Yo, Donald. Seso no es un relato, es una novela breve. Seso es ficción, pero no rompe las leyes de lo real: podría ser verdad en algún lugar y en este mismo momento.
Pasó algo mientras lo maquetábamos. De pronto, la maquetación se detuvo en un nudo. Pasaron días, problemas distintos nos hacían volver siempre a la misma página, con el rostro de una niña: Ese ‘personaje‘, Lucía. Y de todas las ilustraciones es la que no quería mirar. Su rostro me resulta incómodo, como al protagonista de la novela.
Lo cierto es que toda la novela resulta incómoda. Aparentemente porque la trama toca un tema tabú, de los pocos que realmente lo son: El deseo por las niñas. El ‘lolicon‘.
Pero en realidad la incomodidad no viene por ahí. Viene porque estamos viviendo la misma duda que sus protagonistas. Una duda muy clásica: ¿A cambio de qué estamos dispuestos a entregar nuestra alma? La respuesta es muy contemporánea: a cambio de poco.
Bueno, esa es mi interpretación, porque Seso está llena de mensajes y de capas.
Es un caramelo, y se lee con facilidad. Probablemente esté envenenado.
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