Ayer por la tarde vi el Othello de Voadora.
Antes, por la mañana, la bella Julia (una bruja de la estirpe de las mouras que vive en Portugal) me habló de como le horrorizaba el lúgubre Otello de Rossini y la pesadumbre que acompaña todas las versiones de Otelo en general, y de lo contenta que estaba de que Voadora hubiese perpetrado un Otelo cómico.
Fui, pues, predispuesta a una alegre iluminación.
Ana Esmith haciendo de Yago representa muy bien lo que han conseguido Voadora y Fernando Epelde. Por momentos, de tan mala malísima, es un clown, mientras otros son tan dramáticos como en la más pura tragedia griega. Era tan fluida la transición que pareció que simplemente se quitaba y se ponía las dos famosas máscaras del teatro, la que ríe y la que llora.
La puesta en escena de Voadora recurre a elementos muy sencillos, pero con ellos obtiene imágenes de una fuerza visual que devora el escenario, literalmente: como ese informe fagocitador verde que se agita y se hincha y es el monstruo de los celos.
No es la única imagen, hay muchas y sorprendentes. La obra está aligerada con multitud de juegos escénicos que divierten y denotan cariño y cuidado por el espectador.
Esta potencia visual, unida al juego con las voces y los roles, genera un tono de divertimento, que podría ser dieciochesco de tan exquisito; si usted prefiere diga «posmoderno», yo no lo prefiero.
El texto, la versión de Otelo de Fernando Epelde, ya era una propuesta atrevida desde la semilla: adaptar libremente a Shakespeare, señalar la espantosa actualidad del Otelo con su espantoso machismo y su espantoso racismo. Y, para más inri, convertirlo en comedia musical. Estos retos a los que se enfrentaba han sido resueltos con alegría.
Pero lo que me ha impresionado, ahora que he tenido una noche para dormirlo, es la habilidad en el manejo del tono. Tiene un tono que camina todo el rato por la cuerda floja; el abismo que le amenazaría debajo es el del caos de los tonos, imaginad esa amenaza esperándole allí abajo como otro monstruo informe. Pero este texto equilibrista no llega a caer nunca en ese abismo, alcanza el final de la cuerda tan tranquilo y aún nos saluda con una reverencia.
Un Otelo divertido es posible. Pero a la vez se llama Othello porque lleva el infierno dentro.
Othello
Del 15 de mayo al 6 de junio, 2021
Martes a sábado, 19:00 h Domingos, 18:30 h
Entradas de 8 a 20€
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