¿Por qué tienen nombre las cosas?

Deja de leer la prensa, que te va a dar una parapsicología, y cámbiate a la literatura infantil. Cambia los titulares por las ilustraciones, el blanco y negro por los colores y las explicaciones por las preguntas.

El nuevo y más más especial título de la colección Los pequeños platones, editada por Errata naturae, se titula ¿Por qué tienen nombre las cosas?

Esta reciente joya de la filosofía para seres de 9 a 99 años rompe con el formato de los anteriores números: es más grande, es de tapa dura y ¡tachán! es troquelada. Es un libro-casa con ventanas y cortinas y pestañas desplegables, e incluso espejos en los que admirar tu propio rostro anonadado ante cuestiones de calado tales como “¿por qué llamamos al caballo caballo y no jirafa?” o, lo que es lo mismo, por qué las cosas tienen el nombre que tienen y no otro, quién se lo puso, de dónde proviene, cómo se llaman en otros países.

Si las cosas no tuvieran nombre estarían todas mezcladas y todo sería aún más complicado. Pero es que hay algunas que tienen dos!: en el año 427 a. C. nació en Atenas un niño al que sus padres llamaron Aristocles, como su abuelo, pero al que todos conocemos por el sobrenombre de Platón. ¿El sobrenombre es como la toquilla con la que se tapa el nombre cuando hace frío? ¿Es un sinónimo, un homínido o un homónimo?

El libro, basado en el Crátilo, un diálogo platónico considerado el ancestro de la Filosofía del lenguaje, nos muestra a un simpático Platón de anchas espaldas, blanca túnica, blanca barba y, your attention, please, ojos azules!

Con esos ojitos, ese pelo esponjoso como de nube a juego con la barba y ese hombro asomando por la túnica, quién se resiste a los encantos de la filosofía.

Jean Paul Mongin & Junko Shibuya

¿Por qué tienen nombre las cosas?
Trad., Irene Antón Centenera.
Colección Los pequeños platones
Errata naturae
Madrid, 2013.
16 €

¿Por qué las cosas tienen nombre?
Panamericana.
Bogotá, 2014.
25.000 pesos colombianos