Macbeth, de Giuseppe Verdi

¡VIVA VERDI!

¿El inventor de Italia?

Giuseppe abrigado para salir

Uno de los acrónimos más famosos, y acogedores (en tanto está construyendo un hogar), es el que oculta a Víctor Manuel II, primer rey de Italia, tras el apellido del compositor Giuseppe Verdi. Durante el Risorgimento, aclamar a Verdi era una manera un poco pícara (“te la cuelo”), vehemente y musical –en definitiva, muy italiana– de apoyar la Unificación.

Y una de las bufandas más famosas y acogedoras es la que protege a Verdi en el retrato que le hizo Giovanni Boldini. Alegremente dispuesto a salir a la calle invernal, así se ha instalado en nuestras mentes. No es pues de extrañar que su música parezca la idónea para pasear silbando, ¿y quién ignora que es del silbido del paseante de donde van naciendo los soportales profusos en señores que se tropiezan y reconocen y saludan con una guiñolesca inclinación; que es nuestro silbido el que empiedra en avanzadilla las calles plagadas de maggioratas con una cesta de gallinas colgada del brazo y que va iluminando las farolas para que el comerciante sepa que es hora de cerrar la zapatería, todo esto en cadencioso plano secuencia?

¡Ay, qué hermoso espectáculo! Pero claro, a veces, al doblar la esquina de una Via Cavour cualquiera, uno se mete en un siniestro callejón, y de pronto la galana algazara se transforma en un bramido tan tremendo como este:

Schiudi, Inferno, la bocca ed inghiotti

nel tuo grembo l’intero creato

(Abre la boca, Infierno, y sepulta

en tu vientre todo el Universo)

¡Glups! Así las gasta el coro maldiciente al final del primer acto de Macbeth, cuando se enteran del asesinato de Duncan. Y ya todo el resto es sangre y alucinación.

Invención e interpretación

Esta es la ópera que podéis ver desde el 2 de diciembre en el Real. En este caso, la dirección musical está en manos del griego Teodor Currentzis, personaje huysmansiano que tiene la capacidad de eclipsar la puesta en escena a la vez que dirige la orquesta. Es tal el despliegue de convulsiones, mohínes, aspavientos y respingos cabalísticos que, en lo que a esta paseante se refiere, toda inversión en el escenario puede considerarse un dispendio, como si invitases a un vegetariano a cenar en un restaurante argentino. Y es una pena, porque el decorado es, me di cuenta por el rabillo del ojo, el chuletón más primoroso de la temporada. Un esmerado juego de colores en el vestuario; un impecable uso de las proyecciones tanto en lo dramático como en lo tramoyístico; una delicada elección del atrezzo, por poco peso que tuviera (una figurante a la fuga se lleva de su casa un conmovedor cuadro de mariposas disecadas, perdido entre las maletas con lo imprescindible que rescatan los demás)… todo para que venga este Rasputín redivivo a mesmerizar al público (a parte del público, porque entre los encendidos aplausos le cayeron también muchos abucheos, o directamente imprecaciones). Yo no sé si es un impostor, pero me pregunto qué clase de ciudades babilónicas generarán sus paseos silbados. En cualquier caso, me fascinó ver su actuación, y en cierto sentido quedó claro una vez más que la trama es un pretexto para el tono. Y, en aforismo desmelenado, la carne un pretexto para la sangre. Id, pero con una pata de conejo en el bolsillo.

Macbeth, de Giuseppe Verdi, se representa en el Teatro Real entre el 2 y el 23 de diciembre. El director musical es Teodor Currentzis, el director de escena, escenógrafo y figurinista es Dmitri Tcherniakov y el iluminador es Gleb Filshtinsky. En los papeles principales, Violeta Urmana, Dimitris Tiliakos y Dmitry Ulyanov. Interpretan el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real (dirige el coro Andrés Máspero). // Bárbara Mingo Costales

Teatro Real | Plaza de Oriente s/n| 915160660
Horarios: 2 y 23 de diciembre a las 18 h. y 5, 8, 11, 14, 17 y 20 de diciembre a las 20 h.
Precios: 8€ – 363€ Investíguese aquí.
Menores de 30: el 14 de diciembre -60%