Dedo
Dido (& Eneas)
Dodo
Dudo.
Dudo, luego pienso, luego existo, cogito ergo sum.
Las Meditaciones metafísicas de Descartes son uno de los textos más inquietantes de la historia de la filosofía (y mira que la cosa estaba reñida). Parecen escritas en un trance lleno de fluctuaciones, visiones, crisis de fe, grandes cuestiones, intrigas y dudas. Seis meditaciones a lo largo de las cuales René se adentra en el corazón de las tinieblas.
El horror, el horror.
- Meditación 1ª: los sentidos me engañan, no distingo el sueño de la vigilia, las ciencias que se ocupan de las cosas compuestas son dudosas e inciertas, ¿será que Dios me engaña?
[- Descartes, eres un hereje y arderás en la hoguera, como Giordano Bruno.]
¡No! ¡Entonces será un genio maligno, artero, engañador y poderoso!
- Meditación 2ª: La fiebre deja paso a la lucidez. “Una cosa que piensa es una cosa que duda, entiende, afirma, niega, quiere o no quiere”.
- Meditación 3ª: Sube la fiebre: Dios existe.
- Meditación 4ª: Baja la fiebre: la lógica existe: hay lo verdadero y hay lo falso.
- Meditación 5ª: La mezcla bastarda de lógica y divinidad: me repugna concebir un Dios sin existencia.
- Meditación 6ª: La fiebre alcanza su pico final: tengo la idea de que mi cuerpo existe, pero ¿existe realmente? Dolor, tristeza, alegría, placer, hambre, sed… lo más íntimo es el dolor… No sólo estoy en mi cuerpo como un piloto en su navío, estoy mezclado con él, en íntima unión de espíritu y cuerpo… Pero sólo mi espíritu, y no mi cuerpo, conoce la verdad de las cosas.
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A Barranquilla no han llegado aún los nuevos y pequeños platones, pero la anticipación es una de las formas del deseo.
Quizá para compensar lo delirante del texto de Descartes, las ilustraciones de este nuevo título de la colección se acercan más a las de los cuentos tradicionales; lo mismo sucede con el loro Baruch, que por un pasadizo sináptico secreto nos conduce a La isla del tesoro y las historias de piratas con catalejos.
Piratas. Eso fueron Spinoza, Descartes, Kepler, Galileo, Tycho Brahe, Copérnico y todos aquellos que dibujaron el mapa de la Edad Moderna. Pulidores de lentes con las que escudriñar lo desconocido. Unos en busca de certezas a las que aferrarse y otros dispuestos a asumir el final del juego sobre un tablero.
Of everything that stands, the end.
No safety or surprise, the end.
Can you picture what will be,
so limitless and free?
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Jean Paul Mongin (texto) & François Schwoebel (ilustraciones)
El genio maligno del señor Descartes
Errata Naturae.
Madrid, 2013.
15,5 €
El genio travieso de Descartes.
Panamericana.
Bogotá, 2014.
19.000 pesos colombianos
En la primera meditación ya había dudado de las cosas, decía que no había una sola de la cual no pudiera dudar. Asume también que no hay nada cierto en el mundo, pero duda de esta afirmación ya que piensa que si no existe nada en el mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo, implica también que él tampoco existe; pero realmente encuentra que de lo que está convencido es de su propia existencia.