El Chelly’s es un garito secreto, sólo conocido por unos pocos iniciados. A nosotros nos llevaron allí los Canódromo Abandonado, y no puedo imaginarme un sitio más adecuado para el imaginario canodrámico. Sólo el karaoke de Mostenses está a la altura en lo estético y costumbrista.
El Chelly’s es una humilde tasca filipina de Malasaña. Sí, filipina, como los Filipinos de chocolate o Isabel Preysler. Filipinas es uno de los países orientales más bizarros. Fueron colonia española, lo que les dejó de herencia un catolicismo de hierro, nombres y apellidos españoles y una forma de lengua criolla llamada chabacano. Después llegaron los americanos y el karaoke, deporte nacional pinay, pero eso es otra historia.
¿Qué es lo que hace tan especial este sitio diminuto? Buena pregunta.
Las cañas a un euro son un chollo, por ejemplo. Son de buen tamaño y están muy bien tiradas. Sólo por eso ya merece la pena.
Pero las tapas que te sirven de acompañamiento son, en realidad, el gran secreto. Probablemente al principio te pondrán unos tristes cacahuetes, pero es porque la freidora se está calentando. Una vez que el aceite alcance su temperatura de crucero es cuando empieza lo bueno: rollitos con salsa agridulce, alitas de pollo, croquetas, sim sum, salchichas picantes, tortilla…
Por eso el Chelly’s es ideal para ir con amigos. Con muchos amigos. Cuantos más amigos, más raciones pasarán de mano en mano. La grasa cubrirá tu estómago, alcanzará tu riego sanguíneo e impregnará tu ropa. El transcurso del tiempo sufrirá distorsiones. Dejarás propinas generosas. Probablemente, salgas feliz. Y muy tarde.
Si se pudiese fumar sería como estar en un bareto de Manila. Las paredes cubiertas de caña, los pósters en tagalo, la tele con programas filipinos igual de absurdos que los de aquí pero más exóticos, los elementos decorativos reciclados de algún restaurante chino… En realidad, apenas se diferencia de cualquier humilde bar de barrio.
Como casi siempre nos pasamos por allí a última hora lo normal es que prácticamente seamos los únicos clientes. Sin embargo, si te pasas algo antes puede que coincidas con algunos clientes filipinos. Si es verano -y llevan manga corta- no dejes de fijarte en sus tatuajes cristianos. Demasiado.
Conclusión: está a la misma distancia de Luna que de Pez, estratégicamente situado para hacerte una escapadita de tanto esnobismo y reponer fuerzas. Aparte de las tapas puedes pedirte una ración de platos gastronómicamente parecidos a los chinos, e igual de baratos. Ideal para reuniones clandestinas.
Eso sí, recordad que es un secreto que sólo se debe compartir con amigos de confianza, que si no se puede llenar de desconocidos.
Chelly’s | c/ Andrés Borrego, 2 | web
Horario: Abre hasta alrededor de las 00h, pero si llegáis antes cerrarán mucho más tarde si consumís como es debido
Precio: Caña a un euro. Imbatible.
Zapata, no se te puede dejar solo!
¡Muy interesante! Se intentará ir. Ahora, que pretender que sea un secreto para amigos de confianza y publicarlo en la red es un poco contradictorio…