Así fue: ARCO 2013

El logo del MAL

Al igual que el Caballero de la Triste Figura salva tan sólo tres de sus libros de la quema en el Donoso Escrutinio (Cap. IV), yo, si fuera Don Quijote, en ARCO 2013 me quedaba prácticamente sola y borracha.

No soy quién para nombrar al Amadís de Gaula o a La Galatea y librarles de la hoguera del S.XVII, ni Hitler en la gran pira de 1939 -Torquemada al lado de Adolfito se quedó pelín corto- cuando dos años antes se dio cuenta que los Chagall, Grosz, Kandinsky, Kirchner o Klee, entre otros, ardían de puta madre. Sí, es cierto, podría haber hecho las veces de dictador y reproducir la queimada artística con las piezas de esos mismos artistas -¡De la primera mitad del siglo XX, señoras y señores!- que, como todos los años, estaban en AR*CO  (CO=  léase CONTEMPORÁNEO).

Sí, podría haberlo hecho, ¡PERO SE ME ADELANTARON!

Sí, en esta edición de ARCO, Carlos Urroz, su director (ese que nunca me va a dar trabajo) y el gabinete de pamplinas que le asesoraron/pagaron fueron los nuevos verdugos del arte degenerado, los nuevos estandartes del Entartete Kunst. No ya sólo por cotizar el centímetro cuadrado del suelo de Ifema a precio de huevo de dragón -con lo que criban a las buenas galerías sin pasta y cuelan al arte más capitalista-. No, no sólo por esto, ni por tener el mal gusto de escoger cerveza Heineken en lugar de Mahou en la sala VIP (buf, la sala VIP: eso es otro tema).

Este año el director de ARCO se nombra juez y se luce con ello, invitando a no venir a un artista al que siempre buscábamos en ARCO. Buscábamos a Viva Fidel Zombie, Starway to Heaven, a Damien Hirst dándose un tiro… y buscábamos a Franco metido en una nevera de Coca Cola…

Sí, buscábamos a Eugenio Merino y ¿quién le dijo que no en 2013? Carlos Urroz (o quien quiera que sea, en la persona de Carlos Urroz). ¿Y quién le denunció? La Fundación Francisco Franco por la obra de 2012.

¡Ups! ¡Qué coincidencia, copón!

En fin, con esto y con que la Guardia Civil fue a preguntarle a Juan Zamora por la paloma muerta y por cómo la trajo de N.Y. porque alguien le había denunciado, sólo me queda decir, que como el Ingenioso Hidalgo, salvo a unos pocos y me doy al vino gratis de ARCO.

¡Viva el vino!