Hay dos versiones de este libro, una en papel y otra digital. La diferencia de precio (12,50 € frente a 3,99 €) predispone a creer inferior al digital. Absolutamente erróneo. El e-book parece superior a su versión impresa.
Y no porque la impresa sea mala, al contrario, es una edición excelente. El libro de Chema Madoz, que va ya por su 5ª edición, es el emblema de la colección PHotoBolsillo, la colección de libros de bolsillo editada por La Fábrica sobre fotógrafos españoles. Un ejemplar lindo y sencillo, con buenas reproducciones de las fotografías en blanco y negro.
El e-book ha sabido aprovechar las ventajas del formato digital. Sin grandes alardes técnicos. Discreto y bien maquetado, como su compañero en papel.
Solo para dispositivos Apple, lo que no deja de ser un tanto elitista. 46 reproducciones fotográficas e blanco y negro de cuidada resolución.
El gran aporte son los vídeos. Aparecen sin aviso, integrados como si fuesen ilustraciones. En ellos Chema Madoz nos habla de su obra. Una de las ventajas, si bien depende del software, es escribir notas. Anoto lo importante que resulta ver la cara de Chema Madoz, sus gestos, su voz… Pues un artista no es solo espíritu, es también es su cuerpo: verlo y oírlo.
Chema Madoz hace fotografías aparentemente sencillas. Sus fotos son entendidas universalmente y provocan un placer muy inmediato, similar al del chiste. Se basan en juegos visuales muy icónicos y recordables: la escalera contra el espejo, los platos en la rejilla de la acera, la mujer con la copa de Martini… Denido a esta sencillez, reflexionar sobre su obra se me hace muy cuesta arriba. Cuando empecé este artículo solo quería hablar del libro digital. Pero, zaca, Madoz me ha atrapado.
Para empezar no estoy de acuerdo ni con el entrevistador ni con el propio Chema Madoz, que niegan que lo que hace sea muy español: El uso dramático del blanco y negro es español a muerte, los vínculos con el surrealismo también lo son, y los muchos referentes del mundo del diseño( pongamos el trabajo de Daniel Gil o Isidro Ferrer ) nos dicen que su manera de hacer gusta mucho por aquí.
Es cierto que el tipo español puede tener, para desencanto de Madoz, un desprecio por los objetos, como lo tuvo siempre por los animales… Puede que considere los objetos entes poco espirituales, banales, mera decoración. Harían falta asociaciones defensoras de los objetos bellos. La premisa es muy sencilla: si nos rodeamos de objetos bellos, todo a nuestro alrededor es bonito. Y eso acaba influyendo en nuestro espíritu. Claro que tal vez ésta sea una premisa afrancesada.
Madoz no habla de diseño, pero no elige cualquier taza, ya que busca un diseño perfecto que exprese el concepto de taza. Esto se vuelve interesante ¡Madoz es platónico!… Igual es aquí donde el blanco y negro adquiere su sentido. Pues el blanco y negro obliga a la abstracción, a visitar la zona de la mente donde estarían las ideas platónicas, los conocimientos preadquiridos. Igual la simpatía emocional que siente el espectador ante sus fotos, enlaza con el agradable movimiento de recordar.
El espectador se siente cómodo. Las fotografías tienen una composición e iluminación que requieren gran habilidad técnica, pero al espectador le parece como que la foto la hubiese podido hacer él… Incluso puede venirnos el siguiente pensamiento: “Ah, pero esto…se me ocurrió a mi”. Dije que sus fotos provocan un placer similar al del chiste. Estaba pensando en un libro de Freud sobre el chiste. En él, el profesor Sigmund nos comenta que el placer del chiste es directamente proporcional a la energía gastada por el chistoso y ahorrada por el que ríe.
En sus composiciones Madoz parte de recursos retóricos, como las metáforas, los lítotes, los paralelismos, los sinécdoques… También juega con la lógica, las constancias y convenciones perceptivas -la mirada con los ojos vs. la mirada en el cerebro-. Pero hasta ahí, porque luego reniega de lo literario, ya que la literatura es un club de retorcidos y Madoz no da pie a lo siniestro: su mundo es de un absoluto optimismo.
Como mucho podría tener cierta relación con la literatura policiaca. Madoz debe vivir como un detective de objetos, siempre acechándolos. Como Holmes, que veía tu abrigo y sabía qué habías desayunado, y con quién.
Su mundo es optimista, pero no vacuo. A veces la fuerza icónica de la primera lectura es tal, que barre las otras… Pero almas sensibles -no la mía- pueden verlas.
Una amiga, por ejemplo, vio una lectura social en los platos alineados en la rejilla de alcantarillado: los parados en fila esperando. No me parece fuera del tiesto. Si buscamos capas las encontraremos: Los objetos de Madoz nos hablan sobre el deseo y el consumo. Muchos de los objetos son de consumo, al extremo de las cerillas que tanto le gustan y cuyo destino es ser consumidas hasta la nada.
Madoz nos satisface el deseo del objeto con la sola imagen del objeto. El consumo de imágenes es una vuelta de tuerca sobre el hambre consumista. Es un desastre para los vendedores de objetos, porque sintiéndolo mucho, empieza a bastarnos con el consumo de simulacros: recetas de cocina que jamás cocinaremos, blogs de moda con accesorios que jamás compraremos. Ver ya nos ha saciado.
La Fábrica
3,99€
Hola.
Es posible comprarlo para kindle o lo será en el futuro?
Gracias!
Hola,
Hemos transmitido tu pregunta a la editorial, La Fábrica. Nos contestan que lamentándolo mucho, no hay perspectivas de hacer versiones para otros dispositivos distintos a Apple.
¡Saludos!