‘Duda razonable’, de Borja Ortiz de Gondra

Una portada muy fea, pero el libro es bueno

“Nunca juzgues un libro por su cubierta”: Una regla exclusivamente válida para el mundo de la literatura, porque de todos es sabido que las películas son absolutamente enjuiciables por su carátula, y algunos discos también.

Duda razonable, la obra de teatro del autor Borja Ortiz de Gondra que ahora nos presenta la editorial Ñaque, sigue a pies juntillas esa sentencia para ofrecernos un thriller muy comprometido, que se fundamenta en varios ejes temáticos de escalofriante actualidad.

Se trata de una historia sobre las apariencias que termina por cuestionarse al propio ser humano, revisando, de paso, los pilares de nuestro código moral.

Sobre el papel, Duda razonable brilla por su madurez teatral. El autor encuentra siempre el recurso idóneo para llevarnos a la siguiente escena y, al poco de empezar, ya percibimos que no quiere hacernos perder el tiempo. El desarrollo de esta obra ofrece siempre elementos interesantes para la historia que excavan en una investigación moral en toda regla. Piezas útiles para la acción y para el contenido.

La sensación de claustrofobia es inmediata. Con la nariz metida entre las páginas de esta pieza nos perdemos en las brumas de un thriller familiar y psicológico que extiende su red en una cotidianidad enferma, pero radicalmente común: el miedo al entorno. La paradoja de lo siniestro entre las paredes de nuestra aparente normalidad.

La obra trata sobre un profesor de literatura y su mujer, autora de una popular columna en un periódico, que descubren que la chica que trabaja limpiando en su casa -también alumna del profesor- podría estar sufriendo malos tratos.

Esta es la chispa que inicia una cadena de situaciones entre estos tres personajes y el padre de la chica, en la que todos se irán ensuciando paulatinamente las manos, invitándonos constantemente a cambiar nuestra perspectiva sobre los hechos presenciados y sus protagonistas.

El autor se permite encañonar con el arma de la verdad a todas sus criaturas en algún momento. Este mecanismo hace que siempre nos veamos obligados a cuestionar de nuevo lo que sentimos, hasta llegar, por supuesto, a entender parcialmente a cada uno de ellos y a realizarnos algunas cuestiones sobre nosotros mismos.

Esta nueva calibración moral se sirve del thriller para ir cargando de tensión al lector, que no solamente desconoce exactamente lo que está sucediendo, sino que además no puede encontrar un culpable claro al que señalar.

La obra tiene un pulso excelente, con un final en espiral que exprime todos los recursos que presenta y una ubicación contextual que refleja una realidad inmediata. Ortiz de Gondra enfoca directamente la problemática de la inmigración en las instituciones educativas, el maltrato, las nuevas tecnologías, el sexo/violencia, el estado del periodismo y un largo etcétera, manteniendo el tempo de una pieza psicológica cargada de intrigas que termina, incluso, con una gotas de metateatro cuando toda la experiencia vista/leída se filtra, finalmente, a través de la pluma de uno de los personajes.

Duda razonable, de Borja Ortiz de Gondra. Editorial Ñaque, 2012. 10€  Link

Cuestionarlo todo. Sembrar la duda: Labores del artista.