Hay que reconocer que los conciertos de la cafetería del Reina son visualmente espectaculares. Es un espacio al que el desgastado término “marco incomparable” le queda como un guante. Los que no hayáis estado nunca os podréis solazar con las fotos y el vídeo, pero no os beberéis el tercio que te regalan a la entrada.
El sitio tiene un aire como de lounge hiperdiseñado que te llega a distraer. Cualquier música tocada en él queda marcada por un extraño toque chill-out que flota en el ambiente. Será la magia de Jean Nouvel, o que las ondulaciones de la sala producen sutiles reverberaciones…
Los Dead Capo, como grupo de jazz instrumental animado a la par que accesible a todos los oídos, son requeridos a menudo para animar saraos tipo cocktail. Sin cocktail, es mejor verlos en garitos pequeños con todo el público de pie. A falta de trago largo la cerveza cumplió su cometido, y los Capo también. El público fue abundante, pero su entrega fue más o menos la habitual cuando un concierto es gratis. No es que aplaudieran poco, pero seguro que pagando hubiesen aplaudido más.
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