Esta gente son unos afrancesados: toda la bollería es finísima. Cae uno en la cuenta, de pronto, que lo que comemos en el desayuno, no son croissants.
Serán más bien cruasanes: bollos gordochos cubiertos de una pátina brillante. Pero no croissants. Los verdaderos son pequeñitos, crujientes, pura mantequilla. En un bocadín, zas, al estómago.
Se estudia mejor francés merendando croissant, y mejor alemán si desayunas brötchen. Por eso esta dulcería vive cerca de la escuela de idiomas. Hay quien conduce horas en bicicleta para hacerse con un coulant de chocolate -esos bizcochitos con el corazón líquido que extasían a las marujas.
Otras marujas más germanófilas, prefieren llevarse una bolsa de brötchen, panecillos conque sorprender a los invitados. Y fijo que esa gentuza imaginaria quedarán sorprendidos: de semillas de amapola, de olivas, de tomates secos, o el de queso que solo lo puedes catar en Berlin.
Supongo que cada panecillo le irá bien a un plato: Marida, marida que algo queda.
Viena La Crem, Santa Brígida 6 | 91 521 68 90
Horarios:
Mañanas M-V 10.00-14.30 | 17.00-20.00 | S y D 10.00-15.00
Precios: Panecillos a 1 €, Dulces 3€
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