El FIB. Todo aficionado a la música pop debe ir al menos una vez en su vida, como quien va a Lourdes o a La Meca. A ser posible, hazlo joven y rebosante de salud, que el bochorno arrasador de Benicàssim es implacable con los débiles y/o los añosos.
Hay quien después de ir ha dicho “una y no más”, dando por interesante la experiencia pero sin ganas de repetir; también está quién lo ha marcado en rojo en el calendario y acude fielmente año tras año. El FIB sigue en pie años y años después, tras alguna que otra visicitud y viendo cómo muchos compañeros de viaje se han ido quedando por el camino.
Disfrutar de un megafestival es una cuestión de gustos. Algo tan gigantesco como el FIB es muchas experiencias posibles, tantas como personas: es imposible vivirlas todas.
Estuve en Benicàssim hace unos años, en la edición en la que triunfó Moby (no es broma). Me lo pasé bien, pero las sensaciones fueron algo contradictorias. Recuerdo ir de camino hacia el escenario principal a ver a alguna luminaria fundamental, no sé si Beck o Blur, y pasé por una de las carpas medianas, donde estaba tocando Suicide frente a no más de 40 o 50 personas. Me encontré con un conocido, intercambiamos unas palabras y seguí mi camino. Cuando intenté llegar al concierto grande aquello estaba petadísimo y, para colmo, la actuación fue aburridísima. Me escapé hacia la carpa de Motorola, y llegué a mitad de sesión de 2ManyDJs (o quizá era Groove Armada), que fue brutal. La situación se dio varias veces, no hay más que cambiar los factores musicales de la ecuación. Me vino a la cabeza la imagen de un banquete magnífico en el que hay tantos platos que no puedes saborearlos tranquilamente, sino que vas picoteando aquí y allá porque no paran de llegar, sin paladear plenamente ninguno por miedo a perderte el bueno de verdad, que puede que no llegue nunca.
Los puristas afirman que para disfrutarlos de verdad hay que ver a los grupos en salas de conciertos, donde están con su público y mucho más centrados. Suele ser verdad, pero es que un festival no es solo la música. En Benicàssim están los ingleses abrasados, las fiestas playeras, el camping, las peregrinaciones al Mercadona, el poblado piesnegros que se monta en los alrededores, las actividades paralelas…
Esta edición La Playa de Madrid se va a ir al FIB en pleno, acompañando a Modulok, que además de haber ganado el Proyecto Demo 2012 son amigos nuestros. Tan amigos como que Fernando Epelde es uno de nuestros colaboradores estrella. Todos juntos vamos a retratar la experiencia como no se ha visto antes: vídeos, fotos, testimonios, tweets… Ríete tú de los especiales de Vice. Pero por mucho que amemos a nuestros colegas también vamos a prestar atención al resto del festi, y la tarea se antoja titánica.
Este es el año de Bob Dylan y David Guetta, nadie habla de otra cosa. Que se reúnan los Stone Roses, que New Order salgan del asilo y Noel Gallagher de la clínica de Betty Ford parece que queda en un segundo plano. El cartel es inacabable, inabarcable y, por lo tanto, inabordable. Podéis consultarlo aquí, es de no dar crédito. De paso mirad precios, transporte y esas cosas.
Resumiendo: del 12 al 15 estaremos por Castellón, intentando disfrutar a nivel 11, bebiendo cerveza caliente, bañándonos en pelotas y dejando un rastro de piel quemada y crema solar. Intentaremos conectarnos todo lo posible, pero puede que esté difícil. Estaremos especialmente activos en Twitter y Facebook, eso sí.
Estad atentos que va a ser divertido.
Festival Internacional de Benicàssim | del 12 al 15 de julio | web | FB
Leave a Reply