Es jueves, 14 de junio. Son las 19.45. El acto de hoy consta de una la lectura dramatizada de “Tratado para saber vivir de las viejas generaciones”, uno de los proyectos que ganó el concurso convocado por el Festival de Autores Contemporáneos de Alicante, el pasado año.
“En esta época de recortes en todo, el teatro se reinventa y busca espacios no convencionales para seguir contrastando su trabajo. No estamos inventando nada, más bien estamos resucitando uno de los antiguos rituales de la literatura que se fue enterrando con el tiempo. Al estilo del Café Pombo, ubicado enla Puertadel Sol, en el que se reunían los intelectuales en el siglo XIX. Parece ser que inicialmente fue una botillería que se fue transformando en un café… Yo estoy por resucitar el espíritu del contraste y del intercambio”, comenta María Velasco (Burgos, 1984).
Entre el público, la actriz Isabel Ampudia (Taxi, de Carlos Saura. 15 días contigo, de J. Ponce), el dramaturgo Antonio Lafuente (Teatro di Sonante), Eva Llorach y Ángela Villar (Diamond Flash). María nos presenta a Iván Gozalo, Mercedes Castro, Aarón Lobato, Isabel Justamante y, también, a Pepe San Martín, el Comunity Manager del Foro de CDLT.
“El Foro es un espacio abierto al intercambio, la experimentación, la formación y a la exposición de propuestas creativas, en diferentes campos. El objetivo es mantener un diálogo constante entre creadores y público a partir de las actividades programadas”, afirma San Martín. Y sigue: “alguna de las actividades, como la presentación de la serie IP, las hemos tuwiteado en tiempo real. Y, durante las actividades, se van colgando fotos y comentarios sobre lo que sucede en el acto. También estamos en lo inmediato”.
TRATADO PARA SABER VIVIR…
20h. María presenta la obra. El público se sienta. Los actores ocupan las sillas que quedan libres.
Así, todos mezclados, empieza la lectura dramatizada de “Tratado para saber vivir de las viejas generaciones”, una obra que se divide en seis escenas – seis décadas- y que abarca desde los años 50 hasta nuestros días. Como una autopsia a la memoria, la autora dice a los asistentes, entre otras cosas:
“El hombre, desde que nace, tiene en su haber un capital en conocimiento. Sin embargo, en lo emocional, es un prehistórico o, dicho de otro modo, lo tiene todo por hacer: enamorarse, desenamorarse, abandonar o sufrir el abandono. He procurado escribir una obra donde se ame el lenguaje hasta sus últimas consecuencias, donde la literatura sea tan imperialista como lo es, en la actualidad, la imagen. Los recortes no han llegado al lenguaje, y esta obra ignora el significado de la “economía”. No vamos a desvelar nada más porque el proyecto tiene un futuro escénico inmediato”.
21.20h. Aplausos. Acaba la lectura y comienza otro ritual. Antes de iniciar el coloquio, los asistentes se mueven al espacio contiguo en el que se ha improvisado una barra con cervezas y copas de vino, al precio de un euro. Las devoluciones sobre la lectura se animan, copa en mano. Y alguien decide dejar el Foro y seguir en otra estancia. Entonces, el espacio se multiplica con la apertura de una puerta situada al lado del bar, por la que desaparece todo el mundo. Nos adentramos en un enorme patio interior, la estilo newyorkino, con escalera incorporada. Casi todo el mundo tiene la copa en una mano y un cigarro en la otra. “Así no se pierde el objetivo de la convocatoria. Puedes beber y fumar tranquilo, sin dejar de intercambiar impresiones, dentro del recinto”. María es el centro de un grupo numeroso, otros forman corrillos, algunos sacan sillas. Nos mezclamos y escuchamos: “La adaptación es enemiga de la autorrealización. Si nos replegamos ante la situación en la que se encuentra la cultura, nuestro trabajo deviene finito, impotente. Lo importante es no dejar de contar el mundo y hacerlo en cualquier espacio”. Otro: ¿Qué sentido tiene un país, la vida misma, sin arte? ¿Qué sabor tendría la vida? Por eso, quizás, seguían dialogando sobre ella – la vida- cuando abandonamos el espacio a eso de la medianoche, sobre la mejor forma de saborearla. María Velasco nos acompaña hasta la puerta, nos despide con una sonrisa y unos besos… Casa de las Tierras, un auténtico tratado para saber vivir con la cultura contemporánea”./ Fotos: Uge Rodríguez
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