Sí, tenemos en Madrid un cementerio civil. Se inauguró rozando el siglo XX, en 1884. Quien lo inauguró fue una joven suicida de veinte años, Maravilla Leal González. En ese entonces si te suicidabas la vengativa Iglesia no te enterraba en sagrado. Como decía Poe el tema poético por excelencia es la muerte de una mujer joven y hermosa. No sé si era hermosa, pero su nombre, Maravilla Leal, es muy novelesco.
Este tiempo de verano trae cielos azules, y los cielos azules me recuerdan una vieja afición, que durante un tiempo compartí con Henar Lanza: los cementerios. Como un corcho, reflotó esta mañana en el tintorro de mi cerebro el recuerdo del cementerio civil de La Almudena.
¿Y cómo es un cementerio civil? ¿Hay cruces? Hay, pero muy pocas. El Cristo crucificado es reemplazado por palomas u otros símbolos políticos y laicos: Como rosas o la hoz y el martillo. También está enterrado aquí el artista Vostell.
Hay algunos ilustres ateos: La Pasionaria, Pablo Iglesias o Nicolás Salmerón. Pablo Iglesias tiene un mausoleo más bien feo donde se dice que los socialistas se reunían en secreto en tiempos de Franco.
Y ciudadanos de religiones no católicas. Hay muchas familias extranjeras, sobre todo alemanes. Descansan lejos de sus antepasados y también separados de quienes fueron sus vecinos españoles. Lugar inexacto en la muerte, reflejo de las vidas de quienes cambiaron de tierra.
El guardia de este cementerio, Antonio García Hidalgo, es yerno del que fue durante veinte años fue también el guardia, Venancio Fernández. Es un oficio que se hereda como en El Verdugo de Berlanga.
Ay, Maravilla Leal, una heroína del suicidio.
Cementerio Civil, Avenida de Daroca, 90 | 915 108 464
Horario: hasta 31 de marzo: 8 -19 h. Verano -1 de abril – 4 de noviembre: 8 -19,30 h.
Precio: Entrada gratuita.
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