Hay algo mágico en el arte menos valorado del mundo. Hay en los cómics una incondicionalidad y un compromiso con los sueños que, de tan profundo que es, termina por contar más sobre nuestra propia realidad que otras artes. Downtown es divertidísimo, pero es una cosa muy seria.
Por algún motivo, dentro de las viñetas los sentimientos florecen con una facilidad pasmosa; diría que, a veces, casi accidental. Porque en la técnica del cómic se entrelazan sin problema aspectos relativos al montaje cinematográfico o a la foto fija. Lo que nos lleva a mezclar la preparación del detalle y la espontaneidad del desarrollo de una historia. Downtown es muy entrañable. Se te cae la babilla leyéndolo. Su pulso, tono y atmósfera tienen esa capacidad especial de ablandar a los tipos duros. Habla sobre el síndrome de Down, pero no es como te figuras. No lo es en absoluto.
Cuando hablamos de tebeos hablamos de un arte que nace del impacto inmediato (panfletos,advertencias…), que se vincula, desde siempre, con un esfuerzo titánico en la parte creativa y, posteriormente, práctica (distribución, infraestructuras…). Hablamos de excitadores de sentimientos de rápida asimilación. Un arte para coleccionistas, muy laborioso y completo. Hablamos de mimo. Downtown es un cómic muy honesto. No podrías decir que va destinado a ningún público en particular. Es universal. Cosa rara a día de hoy. También resulta curioso que los tebeos que ahondan en aspectos sociales se hacen cada vez más consistentes y su mensaje adquiere una potencia fuera de lo normal. Ahí tenemos propuestas que se han hecho referentes internacionales: Píldoras azules (sobre el sida), Fun Home (homosexualidad, muerte, familia), Blankets (educación religiosa…) o Epiléptico, de David B., novela gráfica a la que me he visto remitido colateralmente al leer este cómic.
No se asusten, Downtown es mucho más luminoso… Cada página es como una gran viñeta que destila ternura y termina resultando campo de cultivo para un millar de sensaciones. Cada trazo trata de buscar todas las caras de una realidad difícil, incluido el humor, que aparece por doquier, conviviendo emotivamente con la profundidad del asunto que se trata. Supongo que son ustedes conscientes de que esta historieta es más complicada de lo que parece.
El tebeo, obra de Nöel Lang y Rodrigo García (no confundir con el dramaturgo), tiene otra facultad mágica más. Una inimitable. La de ser una primera obra. Una pieza que funciona perfectamente bajo los parámetros que el medio requiere, pero que también supone una puerta de entrada para todos aquellos que nunca se sintieron atraídos por la menos valorada (y más completa) de las artes gráficas. El dibujo es limpio, a caballo entre el underground y el mainstream, los personajes son terriblemente entrañables y el acabado de la edición es muy bonito. Vamos… que tiene mucho Down./ Fernando Epelde
tiene mucho down, tiene mucho tempo
Wow! Una reseña a la altura de la obra. Suscribo todo lo dicho en ella. Downtown es de lo más entrañable, ingenioso y divertido con lo que me he topado últimamente y al mismo tiempo “thought provoking”.
Downtown pone la piel del revés. Gracias por recordarlos con esta entrañable, sentida y sincera reseña.