Para reírse de la resaca dominical
Cuando me la estaba recomendando me cayó un goterón de agua de lluvia en el chakra corona y no pude sino intepretarlo como una señal divina: haz caso de las recomendaciones de quienes pilotan. (En estos casos concretos es donde se evidencia que a los dioses les gusta La playa y miran por su bien, que es el de todos, como la suma de Madrid). Así que, por enésimá vez en lo que va de mes, bajé hasta La casa encendida a ver Diamond Flash.
Cuando me dijeron que no quedaban entradas me quedé patidifusa: llevo todo el mes de abril viendo las pelis del ciclo Luces y sombras en pases casi privados. Como se entere Jordi Costa le va a dar un bajón de nivel Rosa León. Pero como estoy en etapa proactiva bajé hasta la sala y, tras unas negociaciones que no relataré, conseguí entrar y encontrar una butaca libre.
Me reí bastante y eso que me contuve -¿cuánta risa es demasiada?- porque estaba sentada en la fila de los friki-serios, chicos que no mueven los músculos faciales, ni tampoco ningún otro, no sea que alguien interprete que algo les ha hecho gracia o les ha parecido bueno.
La aparición de Miguel Noguera con sus abortos es divertida, of course, pero no es la única: no sabría elegir entre la gloriosa historia de los orientales y el mono que le cuenta a Enriqueta Javier Botet, el colosal relato de Elena sobre el enmascarado o la escena en la que Juana le lee las cartas a Lola con unos cromos de animales prehistóricos. Me he hecho muy fan de Ángela Boix (Juana) y María Cuéllar (Elena).
Luego hubo un coloquio con Carlos Vermut, el director de la peli, en el que la gente le preguntaba lo que se le pasaba por las mientes -y cuando digo “lo que se le pasaba” quiero decir exactamente eso- y a pesar de cosas como “explícame la película” o “no me digas que no, que ya me lo han dicho otros” o “¿es todo un sueño?” o “yo soy una chica muy sensible y no entiendo qué justificación pueden tener dos lesbianas para bla bla bla” y lindezas similares, el tipo ni se lio a dar patadas voladoras ni nada. Al contrario, fue todo bastante risueño. (En lugar de ayudas para la creación van a tener que empezar a dar ayudas para la reacción a la creación.)
Una, que es muy de secundarios, gustó mucho de lo que Vermut dijo (¡aaah, un vermut que habla!) acerca de los personajes anónimos que mueren por docenas en las pelis de monstruos. A quien le interese esto de las ficciones del extrarradio, que vea su premiado corto (3´37″) Maquetas.
Os dejo con el tráiler de Diamond Flash. Animaos y acercaos a LCE a verla, no desperdiciéis el domingo haciendo el tontuelo en internet. Y cuando os estéis mondando de risa frente a la pantalla grande y estéis disfrutando con las parapsicologías propias de los superhéroes de cómic, agradecédselo a los dioses y a sus señales meteorológicas.
Y si cuando salgáis no os ha quedado muy claro, recordad lo que dice Juana: “El problema de la gente en general es la necesidad que tienen de comprenderlo todo”.
Entrevista a Carlos Vermut:
http://www.playgroundmag.net/musica/articulos-de-musica/entrevistas-musicales/diamond-flash-el-perverso-acertijo-formal-y-emocional-de-carlos-vermut