Los lugares cerrados que en su día tuvieron mucho trasiego son como fantasmas cargados de electricidad: si los tocas se pone en funcionamiento un proyector de cine. Proyector en 4D, cuya cuarta dimensión es el tiempo.
Aunque parte de la Estación del Norte ha sido reutilizada para un centro comercial, el edificio de los años 30 permanece abandonado, cocinando en silencio sus memorias. El atardecer del río aprovecha las humedades para avanzar hacia sus paredes.
Luces igual de frías recibieron a los gallegos, muchos de los cuales montaron esos bares del Paseo de la Florida. Bares aun hoy sórdidos, montados sin ganas, con la única alegría de las tragaperras. Hace un tiempo conocí a una camarera de quince años, acababa de llegar de un pueblo de Lugo, donde en invierno bajaban los lobos. El bar era de sus tíos. En ese entonces, todavía los autobuses de Travelbus salían del Paseo de la Florida para Vigo, unos autobuses estupendos cuyo piso inferior era todo cafetería. Eso se acabó y antes de eso se acabaron los trenes: en enero de 1993 salió el último tren a Galicia.
La Estación del Norte tuvo una agonía muy lenta: comenzó en la Guerra Civil, que la dejó por los suelos. Nunca se recuperó, pese a -o debido a- ser nacionalizada por Franco. Ya en el 75 se habían trasladado a Chamartín los trenes que iban al País Vasco, Santander y Asturias. Durante años quedaron soliños en la estación, los gallegos y un cercanías que iba al Pinar de las Rozas.
Pero sí, todo aquello tuvo un comienzo con gloria y furia. En la España del XIX hubo una guerra de compañías del ferrocarril, tan pujante como las de las pelis de John Ford. Casi todo se lo quedó el Marqués de Salamanca y sus socios inversores (como la Reina Maria Cristina o los Rothschild). Por cierto el Marqués también tuvo su peli del Oeste con las compañías ferroviarias norteamericanas- tiene una ciudad en NY con su nombre, Salamanca. Su rival aquí era la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, con accionistas como los Pereire o el duque de Alba. Éstos construyeron La Estación del Norte.
Las obras empezaron en 1859, unos ingenieros franceses construyeron un puente…el Puente de los Franceses. Todo lo registraba en placas de cristal Clifford, un inglés que se había traido Isabel II para fotografiar las obras del canal -todo un tipo, también era aeronauta aerostático. El edificio de la estación pasó por muchos cambios: 1876, 1902, 1926… Nunca gustó el emplazamiento, y el motivo es el mismo que hoy en día nos fastidia: demasiada cuesta para llegar al centro.
Durante años mantuvo un gran esplendor, tanto que se quiso instalar un hotel en la parte alta del torreón derecho. ¿Estaría bien pasar ahí una noche de estas, no?
Siempre que paso por allí, que es con bastante frecuencia, pienso que seria genial poder visitarlo y que es una pena que no se use.. aunque me da miedo que el posible uso que se le dé sea otro monstruo comercial…
Pero a lo que iba..¿ sabéis si es posible colarse?
Oh, pues no tengo idea pero imposible no será, digo yo. Dejo la pregunta abierta aquí por si alguien quiere contactar, y por cierto q yo me apunto…
Por lo pronto, en El País hay este artículo interesante-
http://elpais.com/diario/2010/09/13/madrid/1284377067_850215.html
Y una de las direcciones que mencionan en el reportaje
http://www.abandonalia.com, la conocía por búsquedas casuales y me parece una web maravillosa. Ellos sí se han currado un reportaje bueno:
http://abandonalia.blogspot.com.es/2009/04/la-estacion-abandonada-de-principe-pio.html