Si dos cuervos o urracas hablasen de arte, elogiarían la sala 67 del Museo del Prado: la destinada a las pesadillas de Goya.
¿Los delirios de un enfermo? No estoy de acuerdo. Sus obras muestran amargura, decepción, tristeza, ansiedad y angustia, pero no carecen de lógica. Frente a una mal atribuida locura, Goya nunca estuvo tan cerca de la razón.
La denuncia a una parte de la sociedad de su tiempo se puede entrever en el grupo siniestro del Aquelarre: duques y duquesas convertidos en brujos y brujas presididas por un cabrón. La palabra no es un insulto añadido, aparece en el título del Aquelarre, llamada también El Gran Cabrón.
Otras pinturas también nos transmiten el dolor de Goya, que estaba quedándose sordo.
Perro semihundido y Saturno devorando a su hijo muestran la inteligencia herida de Goya. Su importancia radica en su denuncia, a la que ningún pintor de la corte se había atrevido, y en la capacidad de expresar lo que sentía sin censura.
Eso le convertirá en el primer expresionista de la historia, por sus temas de denuncia y la pincelada gestual.
Las pinturas negras son murales pasados a lienzo, y esconden detrás, bajo su oscuridad, otras pinturas de tipo costumbrista.
Cuando disfrutéis del Prado, no olvidéis llegar a la sala del fondo, la 67, donde Goya da a conocer sus fantasmas. No os perdáis por el camino, que hay brujas…
Museo del Prado, sala 67 | Ruiz de Alarcón 23| Web | 91 3302800
Horarios: 10:00-20:00, domingos 10:00-19:00.
Precios: 12 €. Entrada gratuita todos los días desde las 18.00.
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