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Crónicas

Barbazul

Preparados, listos, ya

Preparados, listos, ya

Repasemos el mito de Barbazul, un rico y guapo noble que se casaba con mujeres de buen ver y se las llevaba a su castillo. Una vez allí les ponía una condición: podían abrir las puertas de las habitaciones donde guardaba sus tesoros, pero nunca la séptima puerta. Obviamente, como las mujeres son unas arpías traicioneras y cotillas, acababan abriendo la puerta y encontrando la muerte a manos de su marido. Claro, era la habitación donde guardaba los restos de las anteriores desgraciadas. Justicia tradicional marital que, en ocasiones -dependiendo de la versión, en este caso la de Perrault- acababa en venganza de los hermanos de la última esposa, que se salva y luego se casa bien y come perdices y blablabla.

La obra que se representa hasta el domingo en La Usina se inspira en este mito popular, tomando como base el libreto que Béla Balázs escribió para la ópera de Béla Bártok El castillo de Barbazul. La idea de hacer una versión partió de uno de los actores, Borja Fernández, quien junto a Mónica de Nut, y con la dirección de Marta Pazos, fueron dándole forma al asunto a partir de sesiones de improvisación. Del libreto original quedan al final los elementos más básicos, la estructura de la historia y el nombre de la mujer, Judith. A partir de ahí…

Barbazul no es una obra de teatro al uso, sino una combinación desacomplejada de cabaret, drama, comedia, ópera, clown, experimental y hasta danza contemporánea. Borja Fernández, al que vimos este verano en Matadero como parte del reparto de La tempestad, carga con la parte más física de la obra. Él es Barbazul, el ogro violento, imprevisible, enfrentado a una mujer que lo subyuga y lo saca de sus casillas. Mónica de Nut, en el papel de Judith, canta ópera acompañada de un organillo, más etérea cuanto más físico es él. Es impresionante escuchar a una soprano delante de tus narices, se te ponen los pelos de punta, especialmente cuando canta a Monteverdi y Hendel.

Conviene ir a la obra teniendo una mínima idea de qué va el argumento, porque la puesta en escena es abstracta, no convencional, lo que lleva a que sea muy interpretativa. De hecho, es posible ignorar el argumento y disfrutar igualmente de la música y la puesta en escena. Con una hora escasa de duración, la obra se pasa volando. Hasta es posible que te quedes con ganas de más, pues hay momentos realmente hipnóticos que te clavan en el sitio.

Y sobre el desenlace hay debate: no hay que olvidar que Judith fue la que cortó la cabeza del muy macho general Holofernes…

 

Barbazul se pudo ver en la sala La Usina de Madrid del 4 al 7 de diciembre 7 de 2014

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