Vuelve El Estado Mental la revista que nace, muere y resucita con forma diferente. En plan Ave Fénix pero sin incendios. Primero fue una revista que salió en papel en el 2011, en un número único: una revista muy gruesa para pensar y leer. Después se convirtió en una emisora de radio de la galería Moriarty, cuyo material quedó archivado en forma de documentos sonoros. Ahora vuelve a ser una revista para pensar y leer pero más ligera -de grosor, digo- y diseminará sus maravillosos estados mentales en distintos números. El primero de ellos ha salido hoy mismo a los quioscos.
Su actual encarnación como revista mensual, recién salida del cascarón, se presentará este sábado 26 a las 20h en La Casa Encendida, con ocasión de la Feria de Libros Mutantes. Lo hará Bárbara Mingo Costales. La feria es muy apropiada para este proyecto rabiosamente mutante. Mañana sabremos un poco más y en cuanto podamos degustar el primer número con la profundidad que merece os daremos noticia.
Pero hoy quería ir hacia atrás en el tiempo, recorrer los estupendos programas sonoros -verdaderas perlas del humor y la inteligencia que espero impaciente que vuelvan a estar disponibles online- y rescatar de mi mesa el libro gordo. Porque es un peso pesado. Más libro que revista. Su título es “Tenemos que hablar”. Hace varios meses que la tengo y la he ido leyendo de la mejor forma -espero- encendiendo la lámpara del salón, recostándome cómoda en el sillón, abrigándome con una mantita y abriéndola al azar en busca de un buen artículo. También tuvo su temporada en esa extraña escultura con forma de guitarra que Buñuel llama bidet y que sirve sin duda para acumular periódicos. Un día intenté llevármelo en bici al parque pero desistí ante su rotundez. Su tamaño y su peso lo convierten en un objeto hogareño, con alma voluntariamente anticuada. En fin, lo importante es que, abriese por donde abriese, era todo bueno.
Hay excelentes ensayos (Amador Fernández Savater, Santiago López Petit, Juan Carlos de Laiglesia, Grace Morales y Galactus y otros muchos) sobre la actual situación filosofíca, política, económica o de los nuevos gustos sociales. Amparo Lasén y Joan Fontcuberta hablan en distintos artículos sobre los selfies, que Fontcuberta llama reflectogramas-era el 2011-. Coral Herrera escribe sobre “la utopía emocional del amor romántico” y el artículo está salpicado de ilustraciones de Juan Zamora que lucen títulos como “Chupándole el rabo al cuadrúpedo de cabeza azulada”. El artista Rafael Agredano se escribe una nota que recuerda mucho al famoso artículo de Ferlosio sobre la Cultura, ese invento del gobierno … Será que estas situaciones en el mundo del arte se repiten más que el ajo. También hay buenos textos de ficción, como 280 euros de Fidel Moreno. En conjunto los textos interesan, están realmente meditados, y además tienen algo que echo de menos en libros sobre estos temas: están bien escritos y -gracias a los dioses- sin palabros activistas. Sobre todo tienen Estilo.
Dan en la diana las intervenciones artísticas. Será porque siempre el arte va dos peldaños por delante de la razón, sobre todo al abordar el Estado Mental. Las hay de todo tipo, distribuidas a la manera de bofetadas sorpresa. Dibujos de Dan Perjovschi; cómics de Alberto González Vázquez -Querido Antonio; una performance de Karmelo Bermejo Aportación de trabajo gratuito -”las vitrinas de Gucci o las mesas de un Burger King limpiadas sin recibir remuneración alguna”-; un Taller de lo desmedido de Julio Jara; To the one I love un ¿fotopoema? de Chino Moya , un grabado de Ajo; imágenes ambiguas de Antoni Muntadas; humor noguera de Jonathan Millán y Miguel Noguera -juntos sacaron Hervir un oso-; Antonio Gagliano interviene un cómic de Daniel Clowes; unos tresdeses de Millan Astray para mirar con gafas, de Rafael Zarza…. Respiro y sigo: preciosas fotos de Zoé T. Vizcaino con la naturaleza comiendo la ciudad y las raices de los árboles abriendo aceras; una corbata de rayas del siempre acertado Chema Madoz con el texto “dont cross this line”; los Domingos de Xavier Ribas; árboles de Jorge Barbi; montajes surreales de David Bestué y en fin… cien maravillas más.
La entrevista al psiquiatra Guillermo Rendueles se llama “El estado de malestar” y me pareció quizá el texto más interesante de la revista: es una conversación larga y va a saco en los porqués del malestar contemporáneo. Justo después de la entrevista va muy bien colocada, casi a modo de ilustración, la fotonovela Ramona, versión del cortometraje Ramona del gran Juan Cavestany.
La conversación ¿Hay vida fuera de la institución? con Gérard Mortier y Manuel Borja-Villel, estando el entrañable Sr. Mortier recientemente fallecido adquiere aires fantasmales… Fuera de ello es una conversación que me pareció realmente sosa y contrasta en una revista que no tiene nada de sosa. Esto lo que viene a desvelar es que donde no hay vida es en la Institución.
Y esa es mi percepción global de la revista: está muy viva. Es una prueba de vida en tierra hostil.
Bruno Galindo cierra la revista con un texto, la verdad, muy bonito: “El fin de todo esto”.
Usted, yo, todos sentimos que estamos en vísperas de algo ¿Pero de qué?
No se. Pero fluiremos hacia lo que venga. Lucharemos contra lo vencible. Y aceptaremos-de nuevo bajo la óptica zen- lo inevitable.
Parece algo premonitorio. Pues lo que vino fue el 15M.
En su última página manifiestan:
El Estado Mental es una acción artística colectiva en formato de revista física que tiene como objeto la revisión apacible del espíritu de la época de una manera periódica.
Se cierra muchas veces: En la contraportada están los nombres de los autores y una frase de Ferlosio.
La revista-libro quedó en un número único. Totalmente recomendable para adquirirlo si aun lo encuentras. Creo que es tan gruesa porque no pudieron parar: rebosaban Creatividad y Poder.
Ahora llega la nueva revista. ¡El rey ha muerto! ¡Viva el rey!
El Estado Mental, 2011.”Tenemos que hablar”
Dirección de Borja Casani
Coordinación: Fidel Moreno, Iker Seisdedos, Guillermo Paneque, José Luis Gallero y Pedro Portellano.
Colaboración de Beatriz Navas, César Mamán, Maribel López, Lucía Casani, Manuel Saiz y Gérard Imbert.
Diseño y la maquetación Andrés Mengs y Adam Jorquera, con Nicolás García. Corrector de pruebas, Guillermo Trigo.
Precio: 12€
Bárbara Mingo Postales era tan buena errata que no merecía ser corregida.