Él conducía un jeep descapotable y yo iba a su lado, salvajemente de pie con el cuerpo por fuera, melena al viento, como en los asaltos a los trenes de épocas pasadas. Y me besó. El mismísimo Alberto. Dejó de mirar al camino de polvo y tierra para besarme sin matarnos.
Este sueño lo tuve hace una década. Y desde entonces estoy embarazada de él.
Hay besos que embarazan. Me lo dijo una vez una niña que jugaba en un patio. Era más mayor que las demás y sabía más. Y en ningún momento dijo que hubiera besos de vigilia y besos de sueño. Los besos son iguales soñados que despiertos.
Llevo diez años embarazada, desde que me besó, y aún no me ha salido el hijo. Pero no tengo prisa, porque sé que está ahí, esperando. Está ahí por el beso. Se está haciendo grande para nacer ya hecho, no como algunos animales, que dan asco.
Alberto no sabe que estoy embarazada, porque no se me nota, pero es mejor, porque quiero darle una sorpresa. No sé cuánto va a tardar en crecer del todo y en salirme barriga. En clase nadie sabe nada. Por si acaso, no hago gimnasia ni bailo ni nado ni me lavo ahí ni nada. Dicen que si te lavas con agua muy caliente puedes abortar.
El otro día José María me quiso dar un beso, pero me dio miedo que también me dejara embarazada y se me mezclaran los hijos y le empujé y salí corriendo. Espero que por ese poco de saliva no pase nada.
Supongo que ya conocías esta noticia, se trata de Locombia claro.
http://elcomercio.pe/actualidad/1673038/noticia-colombia-anciana-tuvo-feto-calcificado-su-vientre-durante-40-anos