¿Que qué diferencia hay entre escuchar a Ginferno on line y verlos en directo? Pues un Ginferno más Ginferno, gente generosa, que te cambia Madrid por las noches de Cabiria.
Dicho de otra manera: Nada de concierto espectáculo, nada de dedicarse al culto al mito. Y mucho de tocar y disfrutar, de dejarte estar mientras trabajan. Mucho de escuchar a Ginferno con todas las de la ley, dedicado a la tarea de quedarte en ese subidón bien modulado.
Día matador de lo que sea y a las diez, en un local de tu ciudad, unos tipos te elaboran el humor a base de contrastes y superlativos. Uno de ellos va vestido a lo Mao y desfila con calzado militar entre un contrabajo, una guitarra y un barítono. Hoy les acompaña un percusionista. En lugar de trompetas, estalla la picaresca de Los Saxos del Averno. En el Teatro Lara las cabezas se mueven y el escenario empieza a disolverse. Nos sobran las butacas y los angelitos del mural del techo. Todo el espacio es Ginferno. Solo nos falta una caña y repetir en el bar de la esquina la semana que viene.
On line los había escuchado muchas veces y nunca como música de fondo. Es lo que tiene ese ruido de mina, con olor a humo de metro neoyorkino, ese tráfico inconexo que en directo se rompe todavía más en formas disfrutonas e inesperadas.
Gente que sabe vivir, que se trabaja y arriesga, mientras todos lo pasamos bien. No estoy hablando de un subidón fácil, hablo de ese buen rollo que se transmite en muy pocas ocasiones, en esas reuniones en las que algo se concluye mientras empieza de nuevo.
El próximo y el siguiente, id a verlo. No hay ni síes ni peros. De pocos grupos diría esto; bueno, de ninguno. Escuchamos, miramos, olemos, respiramos y paladeamos. Estamos con Ginferno y Los Saxos del Averno.
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