Tras los parecidos razonables entre el bar español y la piscina colombiana, hoy: encuentre las diferencias.
Dejando atrás la más obvia, esto es, que la piscina no es un bar o, como diría un lógico, “A distinto de B”, busquemos alguna pista en esta foto:
Muy bien, han acertado: en el bar no hay manual de instrucciones y el reglamento de la piscina parece el maldito código penal: ”no se permite”, “prohibido”, “abstenerse”, “no se debe”, “sancionado”. Su lectura nos traslada mentalmente de la piscina a una cárcel. Si Johnny Cash estuviera vivo y diera otro concierto en el penal de San Quintín ahora cantaría “Swimming pool Prison Blues”. Yo, que escuché demasiadas horas las casetes de La Polla Records, Eskorbuto y Mortaja, he empezado a componer un tema punk que se titula “Vecina, me meo en tu piscina”. Podrán escucharlo en cuanto mi banda y yo hagamos nuestra primera gira. Atentos a los carteles: ME SUDA LA CRESTA WORLD TOUR.
Pero no nos desviemos (más): ¿qué es lo que se prohíbe en la piscina? ”Prohibido el ingreso de empleadas del servicio doméstico y/o niñeras”. Colombia siglo XXI. Estratifica, que algo queda.
El bar español tendrá una estética discutible o no la tendrá en absoluto, estará limpio, sucio o lo siguiente, casi nunca tendrá papel higiénico en el baño, porque limpiarse está sobrevalorado, no habrá toalla para las manos y si la hay no la querrás tocar, el camarero podrá haberse lavado las manos, pero nunca sabrás si lo hizo antes o después de mear, con esas mismas manos agarrará igualmente el dinero mil veces manoseado y el pincho de tortilla que te vas a comer, lo que redundará doblemente en tu beneficio porque al tiempo que te inmuniza, te hace comprender empíricamente el sentido profundo de la teoría darwiniana: sobrevive el que se adapta; con la bayeta con la que limpia la barra, limpiará también los vasos y, si te descuidas, limpiará el baño, por eso es mejor que los baños estén sucios, para que los vasos estén limpios, pero nunca prohibirá el ingreso de las niñeras y empleadas de servicio.
Todo bar español que se precie luce el cartel de “Reservado el derecho de admisión”, pero visto el personal que hay dentro, el derecho debe de estar muy por debajo de la admisión. En un bar español dejan entrar a cualquiera, por eso es que vamos, y sólo si te esfuerzas mucho consigues que te echen. “A mí nunca me han echado de un bar” es algo de lo que muchos podemos alardear. (Otra cosa es que echaran a tus amigos y tú estuvieras con ellos, pero esa es otra historia y debe ser contada en otro momento).
En la barra del bar español beben y opinan codo con codo parroquianos de todas las especies, condiciones sociales y grosores de billetera, el señor con traje y corbata y la chavala de Bershka integral, la señora enlacada y el currela con el mono de obra, los del bufete de abogados y el conserje, quien desayuna sol y sombra y quien se pide una light, amigos y compañeros de trabajo, familias y pandillas del instituto, parroquianos habituales y los que pasaban por allí, hombres, mujeres, marcianos y niños, empresarios y becarios, melenudas, calvos, rizosos y patilludos.
Por eso nos gustan tanto los bares, porque son como nos gustaría que fuera el mundo.
Los echas mucho de menos eh Metralleta… Muchos besos
me parece penoso q ensucien la imagen de los bares españoles antes de criticar algunos clientes tenian q esta debidamente aseados ya todo ladron se creo de su confusion la balleta de la barra para los vasos puf jajaja cuanta ignoracia asi va españa….
Hola, qué raro, parece que hubiésemos leído textos diferentes: a mi me parece que este artículo es lo contrario de una crítica.
Yo leo aquí un canto de amor a los bares españoles…