La antigua fábrica de tabacos es un inmenso edificio de finales del siglo XVIII que, hasta hace pocas décadas, dio empleo a la mayoría de las vecinas de Lavapiés, las llamadas cigarreras. A lo largo de su historia ha tenido muchos usos distintos, y hace unos años parecía que se iba a convertir en el Centro Nacional de las Artes Visuales. Pero no fue así: el destino le tenía preparados otros planes.
El infame Centro Nacional se vio envuelto en chanchullos y corruptelas, y la crisis acabó de llevárselo por delante. El resultado es que el Ministerio de Cultura dividió el espacio en dos, encargándose de la gestión de una parte (donde se hacen las expos del Injuve y similares) y cediendo la otra a un colectivo proveniente del legendario centro social El Laboratorio. La diferencia con un centros social ocupado (CSO) está en que hay un contrato de cesión con el Ministerio, lo que hace que sea un CSA: Centro Social Autogestionado.
Hasta aquí la historia. ¿Y el presente? El edificio de La Tabacalera consiste en la planta baja y los sótanos (un montón de metros cuadrados), y además tiene un patio con varias naves (otro montón de metros). A lo largo y ancho de este espacio te puedes encontrar -entre muchas otras cosas- con una cafetería y su comedor, varias salas y un patio cubierto multiusos, talleres de arte, locales de ensayo y, literalmente, lo que te puedas imaginar. Y esto no es una frase hecha: si se te ocurre algo no tienes más que proponerlo. Por esa razón no quiero ser exhaustivo enumerando lo que ofrece La Tabacalera, es mejor que te pases por allí un día de estos y lo veas con tus propios ojos.
Desde que empezó su andadura allá por mediados de 2010, el centro ha sido un polo de atracción para las formas artísticas más variadas y para los debates más pertinentes. No es ninguna tontería -probablemente, todo lo contrario- afirmar que se ha convertido en el generador de cultura más importante de la ciudad. Está claro que un museo como El Prado tiene un valor cultural mucho mayor, pero ni evoluciona ni es participativo ni es contemporáneo, características que sí tiene lo que se crea en La Tabacalera. Y sin subvenciones ni tonterías políticas, que quede claro.
Ahora que estamos en crisis total y parece que gastarse el dinero oficial en cultura es un pecado mortal, el ejemplo del CSA LTBC debería servir como modelo a seguir en otros sitios. No hace falta más que un edificio abandonado de titularidad pública y un mínimo interés comunitario. El camino no será un jardín de rosas, pero las satisfacciones serán mucho mayores que las que se consiguen tirando a lo loco del dichoso talonario./ Pablo Zapata
Nota: Actualmente (otoño 2012) La Tabacalera se haya cerrada en proceso de refundación.
CSA La Tabacalera | c/ Embajadores, 53 | web
Horario: M-D: 10-23’30h
[...] situado en la confluencia de la calle Embajadores con Provisiones, a tan sólo unos metros del CSA La Tabacalera. Su nombre, muy apropiadamente, es Embajadores con Provisiones (EcP). Para entender la formación [...]
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