Hoy 14 de octubre es el 170 aniversario del primer fotolibro. Y lo realizó una mujer.
Ana Atkins era hija de un químico: John George Children cuando todavía el siglo XIX andaba a la mitad. En 1842 otro químico amigo de su padre, John Herschel, inventó un proceso fotográfico que se llamaba cianotipia. Para situarnos, la primera fotografía, la hizo Niepce en 1816 y el primer daguerrotipo, Daguerre, en 1839. La fotografía era pues un proceso novedoso, en continua reinvención.
A Ana le pareció que la cianotipia era el proceso ideal para realizar dibujos científicos. Por eso se dedicó a hacer cianotipos de algas de la costa inglesa. Realizó un primoroso libro de cianotipias del que se hicieron 12 copias: British Algae
Imaginemos a Ana, recorriendo la costa británica y recogiendo algas, una mujer solitaria y paciente. Después tenía que secarlas (no demasiado) y colocarlas sobre un papel emulsionado con una mezcla química. Para presionar las algas sobre el papel utilizaba un cristal. Y después lo dejaba todo al sol. La luz hacía su trabajo. Ana esperaba junto a la mesa, quizá la brisa le agitase el vestido, como a Jane Eyre o Catherine, las heroínas descritas por las hermanas Brontë y contemporáneas a Ana: Jane Eyre y Cumbres Borrascosas se publicaron en 1847.
En minutos el sol hacía un trabajo químico que alteraba la emulsión. Donde no había algas el papel adquiría un tono verdoso. En cambio, donde las algas impedían el paso de la luz, la emulsión permanecía inalterada. Ya lo único que tenía que hacer Ana después era lavarlas. El agua, sin más añadidos, revelaba los cianotipos. Con el agua el tenue verdoso se transformaba en espléndido azul cian. Y las siluetas de las algas se recortaban blancas.
Ana Atkins realizó el primer fotolibro de la historia. Hoy 14 de octubre es el 170 aniversario de aquel fotolibro. El photobookclub de Madrid y otras instituciones quieren reivindicar este día como el día mundial del fotolibro.
Se muy bien cómo vivió la gestación de su libro Ana, bajo el cielo, esperando por el sol, vigilando el cambio delicado de la emulsión. Y lo se porque este verano ha sido nuestro verano de cianotipias… y algas. Las hermanas, muy en plan Brontë, nos hemos dedicado a recoger las algas de la costa gallega e inmortalizarlas en cianotipos. En honor de Ana Atkins. Ha sido una actividad preciosa, sencilla y antigua. Nuestro ambicioso plan es crear un libro entero sobre las algas de la costa gallega, en honor al British Algae de Ana Atkins.
Esta historia de las cianotipias es como un videojuego con etapas. Hace años aprendí a hacerlas en un encuentro en Almería de un grupo de expertos en procesos fotográficos antiguos. El encuentro lo organizó Araceli Sáez, experta en daguerroripos y otros procesos, y conservadora adjunta en el Museo dedicado a Daguerre en París. Los fotógrafos eran Esteban Naves, Ramón Chomón y Diego López Calvin que hace poco salieron en la Playa de Madrid por su exposición Time in a Can de solarigrafías, otro proceso fascinante de fotografías hechas con una lata (!) que tardan seis meses en hacerse y persiguen la huella del sol.
La siguiente etapa de mi videojuego particular empezó mucho después, la pasada navidad. Estaba en Galicia, queríamos probar a hacer cianotipias y contacté con productos Gago. Resultó que José Gago era un señor que vivía en Seixo, cerca de Marin. Y nos sugirió que fuésemos a buscar el kit en persona, así que convertimos aquello en una excursión y fuimos a ver a Gago, que es uno de los mayores expertos en procesos antiguos de España, y vive en un pueblito alejado de todo.
José Gago fue tan amable de enseñarnos su laboratorio y los distintos procesos que trabaja. Nos contó que era autodidacta y que todo empezó cuando siendo marinero leyó un libro sobre goma bicromatada. Un libro que venía en un gran lote de libros que se compró para las horas muertas en el barco. Aquello le fascinó, así que dejó la mar y se dedicó a aprender química y fotografía por su cuenta. Así empiezan las más grandes historias, como por casualidad.
Llegado el verano nos lanzamos a hacer cianotipias. La cianotipia es sencilla, basta con mezclar dos liquidos a partes iguales. Necesitas esos dos líquidos, papel, un cristal, agua… y sol. Los líquidos se los puedes encargar a productos Gago que te dará el kit ya hecho, o bien, si estás en Madrid, adquirir los líquidos por separado en la infinita tienda de Manuel Riesgo.
Los negativos se utilizan por contacto, apoyándolos directamente sobre el papel. Como negativo puedes utilizar negativos de cristal antiguos, de esos que se compran en el Rastro, en Fotocasión. O radiografías o transparencias impresas. U objetos directamente, como en el caso de las algas. Si usas algas, o plantas, o cualquier objeto, lo que quedará es una silueta blanca sobre fondo azul. Donde el objeto tenga semitransparencias la luz pasará, pero solo un poco.
Pintas el papel con los líquidos. Lo dejas secar. Colocas el alga sobre el papel y y un cristal que la presione. Dejas que el sol actue. Lavas con agua: voilà… ¿Qué puede fallar? Creo que caímos en todos los fallos: las algas demasiado mojadas condensan su humedad bajo el cristal y añaden su propia química al papel; demasiado tiempo de exposición -al principio la dejábamos horas convencidas de que el sol gallego era demasiado débil-. El error crea imágenes nada correctas pero más interesantes: hace que aparezcan más detalles y se borren otros, dando al cianotipo un aspecto fantasmal.
Y estas son las algas gallegas. Galegas Algae. Con tiempo y paciencia terminaremos nuestro libro… algún día, no hay prisa. Como Ana, tenemos muchos veranos por delante.
Irisarri fábrica de maravillosidades
Jaja… Unas imitadoras de las hermanas Brontë
¡Muy interesante! Entiendo perfectamente esa pequeña frustración que puede al principio con esta técnica, pero luego son todo alegrías.
Si ya tienes dominada toda la parte de hacer cianotipia en papel, igual podrías probar a hacer experimentos con otros material, en nuestra web sobre cianotipia tenemos pequeñas guías de cómo hacerla sobre arcilla, cristal o tela .
Hola Laura,
Es estupenda la web, ¡enhorabuena! realmente buena, mil gracias por compartir tu saber