“A los liberales la vida en común les parece peligrosa, engorrosa y en última instancia imposible”, eso afirma César Rendueles a raíz de la publicación de su libro, Sociofobia.
Los sociofóbicos sueñan con instituciones arquimedianas, puntos de apoyo para hacer palanca y seguir moviendo el mundo. Instituciones eficientes, cual secretarias, palancas potentes, cual butaneros. Pura pornografía. Eso sí, pornografía que prescinde de la secretaria y del butanero, seres de sudor, carne y hueso. Con internet no hace falta nada de eso. Porque internet es la utopía que estaban esperando las almas bellas.
Uno de los análisis más interesantes que hace César Rendueles, y el que seguramente le traerá más discusiones con fundamentalistas, es el de este “ciberfetichismo”, concepto al que le dedica todo un capítulo. Como el teléfono, internet reduce tanto la soledad como los encuentros cara a cara. La influencia social de la tecnología no se reduce únicamente a los puntos de inflexión que produce en nuestas vidas, sino también a las continuidades que posibilita, algo así como una función inercial. En este sentido, nuestro enganche a las pantallas, llámese smartphone, tablet, portátil, etc., no es muy distinto del enganche a la tele que sufre la población no internauta, como es el caso de los abuelos, que se la pasan encerrados en sus casas o en las residencias asistiendo pasivamente a la afrenta que es la programación televisiva.
César Rendueles no es ningún vegano tecnológico, ni lleva una existencia analógica, ni rechaza el uso de internet, ni ejerce de filósofo en ninguna torre de marfil sin wifi, sino que tiene un blog muy bueno, es decir, que come carne y de solomillo, llamado espejismosdigitales.wordpress.com. Just another blog o “el cambio político en la era de la sociofobia”. En él, tanto veganos como carnívoros, incluso personas a favor del ayuno, pueden contemplar las mejores estampas sociopolíticas de la era del neoliberalismo y la tecnosexualidad. Por ejemplo:
“Los niños de hogares con más carencias pasan mucho más tiempo ante el televisor e Internet que sus homólogos de hogares más acomodados… un hecho básico, aunque ignorado a menudo, acerca de la red social: las interacciones cara a cara, las relaciones personales y la presencia física pueden ser formas de privilegio… El privilegio y la proximidad, la presencia y el acceso van de la mano. En las comunidades más pobres, las interacciones cara a cara no dan poder a los niños y la red de amigos en Internet no abre puertas”.
O esta otra:
“La democracia es una apuesta radical por la igualdad… Tiene algo de locura… Significa que el majadero ese del Porsche Cayenne, la tía que suelta a un par de pitbulls en un parque con niños o los canis del centro comercial tienen el mismo derecho a intervenir en la vida pública que tú”.
Además de acabar de publicar Sociofobia y de tener un blog de esos que hacen que Noam Chomsky se enamore de ti, César fue una de las personas que fundó La dinamo, trabajó en el Círculo de Bellas Artes, en donde sacó adelante el proyecto Constelaciones sobre Walter Benjamin por el que se ganó el derecho a comer jamón de recebo de aquí al infinito, es profesor en la Universidad Complutense y de vez en cuando, como la florista, viene y va por la calle de Alcalá.
César Rendueles (2013), Sociofobia. El cambio político en la era de las utopías digitales. Capitán Swing, Madrid.
Dónde encontrarlo: en todas estas librerías.
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