Del 9 al 11 de agosto.
Acaban las Fiestas de San Cayetano, las del Rastro, y empiezan ya mismo las de San Lorenzo, o sea, las de Lavapiés. Oficialmente se inauguran el jueves, pero los puestos ya han invadido la calle Argumosa llenándola de nubes de humo grasiento y minis de cerveza. Parece mentira que ya haya pasado un año…
En esta revista escribimos con la intención de darle un carácter personal a los temas que tratamos, siendo subjetivos pero sin pasarnos. En el caso de estas fiestas es difícil poner límites a lo subjetivo.
Objetivamente, las de Lavapiés no son más que unas modestas fiestas de barrio, sin grandes alaracas y con pocos atractivos. El pestazo de los puestos de comida es mareante, la oferta musical oficial no es muy amplia y las actividades son de pequeño formato (concurso de tortillas, campeonato de rana y similares). Tiene la gracia de estar en el Centro, eso sí, a diez minutos andando de Sol.
Subjetivamente, si vives en Lavapiés puedes disfrutar más que en Nochevieja. Ocurre que agosto es un mes infame, igual de caluroso que julio pero con un montón de sitios cerrados por vacaciones. De hecho, el éxodo es tan masivo que los que se quedan por aquí empiezan a sentirse imbuidos de una sensación espontánea de camaradería y pertenencia, como si solo por el hecho de haber decidido quedarte a cuidar del fuerte ya formases parte de una comunidad. Una comunidad bastante fiestera, tirando a hardcore, por cierto: al fin y al cabo, es un poco como quedarte de rodríguez. Este panorama humano, aplicado a las fiestas de Lavapiés, puede tener resultados imprevisibles y hasta explosivos.
Una jornada típica de las fiestas podría ser así: el viernes quedas con un colega al que hace algún tiempo que no veías (probablemente desde que se convirtió en papá) y que tiene ganas de fiesta. Quedáis a eso de las seis para ir palpando el ambiente festivo, y caen los primeros minis en las casetas y las barras al aire libre. Hace solete y el ambiente es tranquilo pero sexy. Un desfile constante se va desplegando ante tus ojos: chavalitas con vestidos de verano, frikis del barrio y de fuera, familias de todo tipo y condición, fiesteros de todos los confines, vecinos del barrio de los de toda la vida, cualquier otra variable imaginable y, por último, clones de ti mismo y tu colega. En algún momento te encontrarás con algún conocido o te llamarán para quedar, sumando nuevos miembros al grupo. La cosa se anima, y alguien propone ir a la Taberna Alabanda a ver qué tal está el concierto de jazz, o qué hay en El Solar, pero el colega de un colega dice que ha venido desde Carabanchel a ver a Alameda Dosoulna, así que el grupo se separa amigablemente con la promesa de reunirse más tarde. Es posible que no llegues a ninguno de los conciertos y acabes a medio camino fumándote algo bueno con alguna amistad reencontrada por casualidad. O puede que durante el concierto te presenten a una antigua compañera de facultad de nosequién. Da igual, a esas alturas ya empiezas a tirar fichas y te invitas a unas rondas de cerveza. ¡Por espléndido que no quede!
A partir de aquí los acontecimientos se sucederán en un orden más o menos variable: comerás algún bocadillo indigesto en las casetas, te reencontrarás con el grupo perdido (o no), discutirás el precio de las latas con los indios (es de mal gusto negociar 6 latas por 5 euros), te encontrarás con más conocidos o conocerás gente simpatiquísima, te agarrarás a las farolas, harás corro en la plaza en torno a gente tocando, bailarás al son de tonadas horrísonas, echarás la pota, tontearás más o menos seriamente con la toxicomanía, conocerás bares clandestinos, te invitarán a tomar la última en casa de alguien…
Corramos un tupido velo.
Lo has pillado: en las fiestas de Lavapiés puede pasar cualquier cosa, hay un rollo muy bueno y ves el barrio desde otro punto de vista. Y si eres simpático/a vas a follar, seguro./ Pablo Zapata
Actividades para estar atento:
Además del programa oficial hay unas fiestas alternativas cuyo centro de operaciones es El Solar de la calle Valencia, 6. El plato fuerte es el viernes, con concierto, entre otros, de Falsa Monea. Es una pena que coincida con el de Alameda Dosoulna, habrá que decidir…
En el Mercado de San Fernando, además del jolgorio habitual habrá conciertos y cosas para los críos. Indispensable para tomar carrerilla.
En prácticamente todos los bares y garitos medianamente inquietos del barrio se montará algo. Consulta las redes sociales de tus favoritos o practica el boca a oreja, que da más morbo.
Dónde: Según sales de la parada de metro ya te encuentras en pleno mogollón. El programa de fiestas está aquí. Es escaso, en efecto, pero no hace falta más.
Cuándo: Teóricamente, de viernes a domingo. En realidad ya han empezado. Si te has quedado con ganas el domingo empiezan las Fiestas de La Paloma en Las Vistillas, pero el rollo es otro.
*Las fiestas castizas son tres. Van las tres van seguidas y abarcan territorios diferentes de Rastro, Lavapiés y La Latina: las fiestas de San Cayetano (del 6 al 8 en Cascorro), las fiestas de San Lorenzo (del 9 al 11 en la plaza de Lavapiés) y las Fiestas de la Paloma (del 12 al 15 en La Latina).
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