Día 1: Viernes 21 de junio.
Aparte del Magazine cultural que enmarca esta crónica, en Madrid no tenemos otra playa para celebrar la noche de San Juan. Pero, hogueras aparte, por lo menos podemos inaugurar el verano con el Día de la Música, uno de los pocos festivales musicales realizados en esta ciudad, que lleva ocho ediciones ofreciendo un variado cartel de propuestas para todos los que no escapamos a celebrar el solsticio de verano en la playa mas cercana.
El grueso de este festival, se llevó a cabo en el Matadero de Madrid, abriendo su programación del viernes 21 con el concierto de Deptford Goth, un británico barbudo y de aspecto tranquilo que con un par de teclados y un violonchelo interpretado por la chica que lo acompañaba, dio un concierto a juego con el atardecer.
Sus temas etéreos y un tanto melancólicos eran un emotivo aperitivo para ir despertando el interés del público y acompañar al sol que se iba ocultando para dar paso a una luna llena enorme que seguramente fue protagonista en cientos de fotos de los asistentes.
A continuación del ensoñador concierto de Deptford Goth venían otros tantos grupos que escuchar, así que había que pensar cuál elegir. Escogí el de Anni B Sweet, no porque conociera de antemano sus temas, sino porque estaba tan a gustito allí, bajo la sombra de los árboles, cómodamente sentada en el césped artificial y con la temperatura ideal gracias a las pulverizaciones de agua de los aspersores instalados en este escenario, que decidí pasar de Los Punsetes y darle una oportunidad a esta dulce malagueña. La verdad es que nunca antes había prestado mucha atención a su propuesta, pero en este concierto me di cuenta que es bastante interesante y doy fe de su calidad como cantante, música y compositora. Además, tiene aquella manera sutil y sexy de conectar con el público y muchísima gracia al hacer comentarios sobre sus canciones. Con Noni Mellers como invitado y una “versión de la versión” de Take on Me se terminaba el segundo concierto de la tarde.
Momento perfecto para buscar cervezas y los demás escenarios. Al escuchar a lo lejos otro de los conciertos, lo primero que vino a mi cabeza fue “eso suena un poco a Prince”. El piano y esa voz en falsete interpretada con tanta afectación me convencieron de acercarme mas (lo cual fue bastante fácil porque aún no había mucho público), pero no encontré ni a Prince ni al piano. Solo a un baterista, a una chica en los sintetizadores y a un sujeto cantando micrófono en mano, con una toalla en el cuello y una gorra en la cabeza. Aspecto que me decepcionó un poco porque lo que esperaba de Autre ne veut, era algo más de glamour. Este concierto tuvo un efecto extraño, al principio parecía bastante prometedor a pesar de lo escueto de la propuesta, con esos bajos que te hacían vibrar hasta los dientes y el histrionismo de este chico de NY que interpretaba sus canciones mientras se movía por todas partes. Pero a medida que pasaban los temas, la interpretación resultaba un tanto monótona y los bajos demasiado intensos, así que tuve suficiente dosis de Arthur Ashin (aka Autre ne veut) y decidí que era un buen momento para cambiar de escenario.
Como en este punto empezaban a solaparse los conciertos, tuve que elegir entre Hola a todo el mundo y You Don’t Know Me, lo cual no resultó muy complicado. Me decidí por el escenario de los aspersores y el césped artificial cuyo sonido me pareció el mejor de los tres espacios de este festival. Para cuando llegué, había empezado el concierto de You Don’t Know Me, un quinteto cuya propuesta musical me recordó un poco a los primeros temas de The Killers. En resumen, una buena banda pero las letras de sus temas dejaban mucho que desear y no conseguí conectar con su directo. Eso si, su carismático cantante, no paraba de agradecer a los asistentes que hubiesen elegido su concierto y que estuviesen allí bailando a pesar de no conocer mucho sus canciones.
Un rato después, mientras en el escenario principal avanzaba el concierto de Lori Meyers, que encabezaban la jornada del sábado, en mi pequeño escenario favorito empezaba el concierto de Cápsula. Grata sorpresa y acierto total en la programación del festival, sobretodo por ser una alternativa estupenda para los que no seguimos a los cabezas de cartel mencionados anteriormente. Este trio de argentinos residentes en Bilbao, giró las tornas de lo que había sonado hasta el momento y proyectó al público un directo abrasivo, intenso y decididamente punk. Solo hicieron falta un par de temas propios y una buena versión de Moonage Daydream de Bowie, para que Cápsula pusiera a bailar a todo el aforo que eligió escuchar su desbordante actitud punk-rock. Tema tras tema iban sorprendiendo más y emocionando a los que escuchábamos sus frases con acento vasco-argentino y disfrutábamos los videos con los que reiteraban su psicodélica propuesta.
Luego de una pausa de rehidratación y de recuperar fuerzas después de tanto movimiento (mientras Pional desplegaba su Dj set como sonido de fondo), inició el último y esperado concierto de la noche: The Horrors. Sus integrantes fueron apareciendo poco a poco a medida se dispersaba el humo del escenario e iba creciendo su nube de sonido, con esos bajos contundentes, esas exquisitas estridencias y lo poco que quedaba de ese pasado agresivo que ya casi ni se nota. Luces rojas y azules, mas humo, flequillos ocultando ojos, poca charla y unas interpretaciones contadas pero memorables de algunos mis temas preferidos de Primary Colours (Mirror’s Image, Who Can Say).
Estos fueron los elementos destacables del concierto con el que cerró la primera jornada de este festival, que no llenó del todo mis expectativas, pero prometía mejorar con el cartel de la segunda noche.
Día 2: Sábado 22 de junio.
Para el segundo día de un festival de música, sueles llevas las perspectivas un poco menos desorbitadas. Si había algo que te podía decepcionar, ya lo conoces, y si había algo que te podía sorprender, ya te ha motivado a continuar escuchando los conciertos. El público va un poco mas disperso y se comporta peor, y la organización va flaqueando a medida que pasan las horas. Además, para mi sorpresa, a pesar de que el sábado el cartel era mucho mas consistente que el día anterior, hubo menos asistentes o por lo menos eso parecía.
Esta vez llegué una hora tarde, perdiéndome los conciertos iniciales (Egon Soda, una pena no haberlos escuchado en vivo, porque tienen su “aquel”) pero justo para ver desde el comienzo la interpretación de Darkstart. Bajo un sol de justicia y con poquísimo publico localizado en las áreas de sombra frente al escenario, este trio británico desplegó toda su lirica de efecto reverb y su teclado a todo vibrato. A pesar del calor que abrazaba el Matadero a esa hora de la tarde, muchos de los asistentes bailamos con sus temas sexys y delicadamente pop, sobre todo con Amplified Ease, reminiscencia indudable al estilo de Animal collective .
A continuación, comenzó el concierto de Lianne la Havas, que iba bien equipada para enfrentarse al calor con su estupenda falda de rejilla, considerada un todo un HIT entre un gran porcentaje de los espectadores masculinos. Virtuosa con las guitarras y poseedora de una voz que estremecía cada vez que llegaba al climax de sus canciones. Pero no me sedujo lo suficiente para quedarme a ver mas de un par de temas.
Mientras tanto en el otro escenario, ese que tanto me gustó la jornada anterior, empezaba el concierto de Extraperlo, con unos cuantos asistentes dispersos en el césped que progresivamente se fueron levantando para bailar estas canciones que tanto recuerdan a Talking Heads, por ese saborcito africano innegable y esa manera de cantar tan German Copini, que remite a Golpes Bajos y Danza Invisible… En fin, que pasé todo este concierto charlando con mis compis sobre lo que nos evocaba y sobre las fuentes de las que bebían los temas de este grupo.
Al darnos cuenta que no estábamos escuchando la música, fuimos a echar un vistazo al concierto más “fuera de contexto” de todo el cartel: Raphael Gualazzi. Y vaya sorpresa nos llevamos! En el mismo escenario en el que había sido el concierto de Darkstart (con sus escasos teclados y solo un par de secuenciadores), habían instalado toda una orquesta: piano de cola, contrabajo, batería, set de vientos y percusión menor. He de reconocer que la presencia de este músico italiano en el cartel del festival, me resultaba un tanto sospechosa. Quizás por mi prejuicio contra todo lo relacionado con Eurovisión y eventos de naturaleza similar, no tenía muchas intenciones de prestar atención a su puesta en escena, pero al final me sorprendió gratamente y creo que el resto de los espectadores que disfrutaron su ecléctico set list opinaban de la misma manera, mientras bailaban tarantelas, swing, funk, jazz, pop y todo lo que este pianista y cantante italiano, interpretó junto a su banda.
Después de este inesperado paréntesis orquestal, comenzaba el concierto más esperado de todo el evento, por lo menos en lo que a mi respecta: The Fall. Mas de tres décadas de trayectoria y 30 discos a sus espaldas no son un mal indicio. Además soy gran fan del punk y sus derivados y moría de curiosidad por ver a Mark E. Smith interpretando sus temas en directo, a ver si el altísimo voltaje que se percibe al escuchar sus discos también se recibe en directo. Y no me decepcionó. Con sus excelentes músicos dando soporte a lo que da de sí la energía de este señor de 56 años (que por su aspecto parecen el doble), dio un concierto intenso en el que hizo alarde de toda su entereza y demostró que el punk no es cosa de chavalitos, sino de señores como él, que pueden lograr que el público se descoyunture el cuello al seguir el ritmo de sus temas mientras el habla, ruge, ladra y grita sin despeinarse, caminando por el escenario con la mano en el bolsillo y de vez en cuanto sentándose en su silla estratégicamente ubicada junto a un amplificador enorme. Nada de florituras, nada de discursos ni condescendencias, que esto es un concierto de post punk y aquí se viene a bailar con elegancia. Eso es The Fall y me alegra haber estado allí para comprobarlo.
Sin tregua, después del alto voltaje que nos inyectó The Fall, venía el concierto de These New Puritans. Desde que supe que estaban incluidos en el cartel de este festival me pregunté cómo iban a sonar en directo los temas de su último disco. Creo que son mas apropiados para otro tipo de acústica, en un espacio cerrado y mas íntimo que los escenarios del Día de la Música. Aun así funcionaron bien, por lo menos para mi. No así para los asistentes que se fueron, supongo que a escuchar el set de BeGun que comenzaba en otro de los escenarios.
Con 7 músicos en escena, These New Puritans hicieron una demostración brillante de su profesionalidad, manteniendo en alto la euforia que traíamos después del concierto de The Fall, pero de una manera un poco más sensual. Su propuesta profunda y enigmática, interpretada con cadencia felina, nos hacía pendular entre la emoción contenida de los temas de su último disco (Fragment Two, Organ Eternal) y la explosión salvaje y percutiva de sus anteriores temas, mi preferido Attack Music. Fascinada, me sumergí en su sonido y entré en una especie de trance profundo, que me dejó la piel de gallina y la disposición abierta para el siguiente concierto: Disclosure.
Estos dos chicos poco mas que adolescentes, puestos uno junto al otro, pilotando sus artefactos musicales, sus visuales en conseguida sincronización con cada uno de los temas y su desenfreno de bits muy apropiado para el cierre del festival, me dejó un poco indiferente. Salvo sus dos hits radiales, su propuesta no me interesó particularmente, quizás esperaba algo como lo de Metronomy y su apoteósico cierre del Día de la Música del año anterior. Sin embargo, a juzgar por la euforia reinante a mi alrededor, creo que todos los asistentes que al comenzar el festival rezongaban “que no va más rápido, que no es más cañero, que había mucha luz, que haber programado uno mas conocido, que no había suficiente gente…” tuvieron la dosis de fiesta que reclamaban.
Después de asistir a este evento expectativas aparte, sigo pensando que a Madrid le hace falta un festival de la envergadura de los que se llevan a cabo en Barcelona, Bilbao o Benicassim. Y espero que todos los rigores económicos y políticos que actualmente aplastan el área cultural, se resuelvan y permitan que mas adelante podamos disfrutar de un evento en condiciones, con el cartel, la organización y la oferta que merecemos. Porque somos un público estupendo y tenemos sed de música, arte y cultura.
Texto de Agente Zebra.
Fotografías de Pablo Zapata. Ponemos solo una muestra de sus fotos porque en esta ocasión el Matadero nos ha “robado” a nuestro fotógrafo.
Podéis ver sus excelentes fotos del concierto en los álbumes del Matadero:
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