Allá por 1949 María del Carmen Franco y Polo (“Nenuca”, como la llamaba su papi) rompía una botella contra el casco del anhelado barco de recreo del mismísimo generalísimo. Un yate llamado Azor, cuya eslora de 46’65m era inversamente proporcional a la altura de su padre, un padre que ansiaba ser marinero (aunque sólo llegó a sepulturero). Ese yate con nombre de pájaro fue testigo de las conversaciones con Don Juan de Borbón, de la caza de un monstruo marino como los de Julio Verne (un calamar que iba a ser donado a un acuario y acabó engullido por el dictador… Lástima que no fuera al contrario) y, tras la muerte del caudillo, el causante del perpetuo moreno a lo Lidia Lozano del señor Felipe González.
Manda Cogollos que, tras veintiséis años de vida, el Azor acabara siendo la entrada de un motel, una mancebía donde el sexto mandamiento se saltaba a la torera el pecado capital del sexo sin amor ni matrimonio. Y allí estaba el puticlub de Franco, a las afueras de un casto pueblo de Burgos esperando a que un artista como Fernando Sánchez Castillo lo despiezara (cumpliendo así la orden de subasta del Estado –muchos años atrás- de su adquisición exclusiva para el desguace), lo redimiera y lo llevara a la cámara frigorífica, cual pieza de carne, del Matadero de Madrid.
¡Qué ironía señor Francisco! Quién iba a decir que un símbolo histórico de su inmaculada y ejemplar vida fuera expuesto como ejemplo de arte degenerado, mostrando su impersonalidad corrupta al cubo y ejemplificando lo que muchos hubieran querido hacer. Pero con usted dentro./ Teresa Arroyo de la +
Matadero Madrid | Paseo de la Chopera, 14 | web
Horario: M-V: 16-22 h; S y D: 11-22 h
2 feb 2012 – 18 mar 2012
Hasta el 18 de marzo.
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