Principios de los 90, ese trienio prodigioso dotado de cierto halo hortera (horterismo postergado hasta 1999), tres años en los que era obligatorio el uso del chándal, años de deleite en los que David Hasselhoff -tras bailar sobre el derribado muro de Berlín- se convierte en vigilante de la playa. Esa época en la que vimos la tercera teta de una bella meretriz de Marte en Desafío Total o a la oveja Dolly siendo clonada. Esa maravillosa efeméride en la que Internet se abre hueco, ese romántico aniversario del idilio entre Curro y Cobi al son de Los Manolos. (Oh my loving naino naino na).
Los 90, además de bizarros, fueron años de cambios también para el arte, pues lo que suponía en la década anterior una exposición protagonizada por el artista derivó a una exposición liderada por la nueva figura del comisario (recordemos la figura de Dan Cameron). Estos individuos, con un epíteto tan vulgar como curador (que en Inglaterra significa cuidador de dementes), comenzaron a destacar mostrando una habilidad pasmosa de exponer lo ya conocido para acabar cazando talentos e ideando nuevas formas de transmitir el arte.
Pero no todos los cuidadores de dementes/artistas son buenos en lo suyo: unos van de colegas de artistas que revalorizan su vida social, otros sólo tienen ánimo de lucro y otros hacen una macedonia llena de fruta podrida. Afortunadamente, Inéditos 2012 ha cribado entre cientos de propuestas (muchas muy buenas) a tres de estos loqueros con muy buen criterio. Dicho lo dicho, paseemos por el psiquiátrico artístico:
AnselmeCalderé (Sarah Alcalay/Marta Peleteiro): No me pongas los cuernos. Estas dos comisarias (cuyo trabajo se unió en Suecia) han recurrido al arte nórdico, descontextualizando el título “muy español” de lo expuesto y enseñando lo ajeno como elemento de seducción exótico. Conjugan artistas que tejen un hilo conductor narrando una leyenda mitológica vikinga. Falsa extravagancia, ironía estética, invasiones de lugares gélidos y folklore ártico. Historietas tratadas desde un punto de vista muy barroco, muy visual y con socarronería teatral. Sólo puedo añadir que los cuatro modelos andróginos plantados sin gesticular me daban mucha risa.
Carlos Fernández-Pello: Flores, Abismo, Parataxis. Parataxis (esa palabra que no tiene sinónimos) desafía el razonamiento lógico; de hecho, su significado provoca una catarsis a la lengua mundana: “Coordinación de elementos del mismo tipo gramatical o igual función sintáctica”. La reunión de artistas que formulan la idea de parataxis como forma más primitiva de ordenar los materiales expresivos, y el abismo que ésta provoca con la descontextualización, logran que el simple visitante active su cerebro acarreando conceptos que le dejan noqueado. Como dice el autor: “La forma de hablar de aquella exposición de la que no se puede hablar, de anular el poder de ilustración que tiene la palabra”.
Daniel Cerrejón: Hacer el fracaso. En esta exposición el fracaso deja de ser vilipendiado y se despega de su antítesis: El éxito. Daniel Cerrejón ha sabido enseñar cómo el fracaso puede ser una loable actitud, y para ello reúne a artistas como Julio Falagan o Chus Cortina que, bajo el lema de Samuel Beckett y su frase “Ser artista es atreverse a fracasar como nadie más se atreve a ello” nos enseñan que su fracaso no es algo que sucede por casualidad; es algo escogido, como quien escoge el arte para introducir nuevos parámetros y ampliar horizontes.
Hacer el fracaso es inteligente, es muy inteligente. ID A VERLO./ Teresa Arroyo de la +
La Casa Encendida | Ronda de Valencia, 2 | web
Horario: 26 jul 2012 – 23 sep 2012
L-D: 10-21’45h
Precio: Entrada libre
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