Parece ser que hemos llegado a la monumentalidad sin freno. Atrás quedó el simbolismo bíblico de Babel, la torre budista de Nankín o el misticismo religioso de Gaudí.
Parece ser que no hay ciudad que se precie yerma de hijos gigantes de acero, vidrio y hormigón, esos que deforman la horizontalidad (y provocan tortícolis y una gran proliferación de fotos de personas que los sujetan con la mano). Dignidad por altura, alarde del dominio tecnológico al alcance de las grades empresas y grandes ricos, que deciden “plantar el pino” de la evolución del capitalismo buscando llegar al cielo y haciéndonos sentir auténticas mierdecillas liliputienses… Una sensación fruto de la mezcla entre la romántica pequeñez ante lo inconmensurable y ¿este mamotreto? ¡Si antes todo esto era campo…! Y si no,que se lo pregunten a los autóctonos de Benidorm, que cuenta con 310 rascacielos muy horteras (lo siento por el daño a los arquitectos, pero más lo siento por el daño colateral).
Rascacielos: Esa palabra con un significado tan escueto en la RAE: “Edificio muy alto y de muchos pisos”. A ver, en mi pueblo, entonces ¿también hay rascacielos? ¿Los de la RAE conocen a Florentino Pérez? ¿Han visto alguna vez el póster que hay en todas las discotecas noventeras de los albañiles de Charles C. Ebbets Lunch Atop a Skyscrapper?
No estoy en contra de los 65.000 rascacielos que arañan el cielo en la actualidad, algunos son auténticas maravillas arquitectónicas, hitos, clichés, simbología grabada en nuestra retina: King Kong, Superman, King Kong contra Superman. Tampoco estoy en desacuerdo con la exposición que la Obra Social del CaixaForum nos muestra; quizás un tanto edulcorada, pero didáctica y con maquetas que jamás habríamos soñado en la época de los Micromachines. Son perfectas, y además están acompañadas de una galería fotográfica muy manida pero muy aclaratoria, con una cronología de museo.
Simplemente -y muy equivocada- pensé que me iban a hablar de quienes los hacen, de la esclavización de miles de hombres que han llegado a superar los 828 metros de altitud del Burj Khalifa en Dubái. Deduje que iban a contarme algo más sobre la realidad. No es que quiera datos de las mafias constructoras en plan Los Soprano, pero en fin, algo que no roce tanto el cielo, que los de abajo no sintamos acrofobia.
O algo más gracioso, como la simbología fálica./ Teresa Arroyo de la +
CaixaForum | Paseo del Prado, 36 | web
Horario: 17 oct 2012 – 5 ene 2013
L-D: 10-20h
Precio: Entrada libre
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