SE ASOMAN MASONES O EL ANAGRAMA DEL CORAZÓN
A los billares se va a ver posturas y al cine y a la ópera se va a copiar actitudes, o al menos frases afortunadas, la réplica abrasiva que bruña la hodiernez que hace honor a su nombre.
¿Qué podemos aprender de Così fan tutte los urbanitas del siglo XXI? Es ya un poco tarde para venir con la cantilena de que el amor, cuando no es rural, acaba por escorarse siempre hacia lo decadente, y no sé si el campante punto de vista mitológico puede sernos de más ayuda en nuestros dilemas que un supuesto Penguin Dictionary of Characters que nos provea de una lista de las víctimas de las fuerzas desatadas de la psicología.
¿Pero es psicología lo que se trata en esta ópera? El vodevilesco argumento comienza así: dos chicos se pavonean de la fidelidad que les profesan sus respectivas novias. Atención a la palabra “respectivas”: en virtud de la misma, Fiordiligi y Dorabella van a transformar a Guglielmo y Ferrando en Questo y Quello.
Estos dos aceptan la apuesta de que sus amadas acabarán por traicionarlos si se presenta la ocasión, así que, no tanto para ganarse unas monedas sino para ver confirmado su amor mientras se divierten, fingen que se van a la guerra y vuelven disfrazados de unos muy graciosos nobles albaneses.
Bien, el teatro se monta con cuerpos y no sólo con palabras; vamos a comentar el asunto porque los dos albaneses resultan muy atractivos de la manera en que lo son las estrellas macho en las pandillas adolescentes: de a dos. Uno al otro se jalean para hacer el tonto, se facilitan los chistes, compiten por poner el gesto más irreverente, y mucho de su entusiasmo amistoso se traslada a la gracia de los cuerpos.
Achaco este mérito al trabajo de Michael Haneke, que por lo visto los ha dirigido hasta el extremo de los parpadeos, con el resultado de que la actuación de los intérpretes es a la vez tan naturalista como teatral. En realidad, de eso va la cosa, de estrujar el trapo del mundo para sacar el liquidito.
Pero bueno: el dilema. Fiordiligi y Dorabella se resisten al principio a la corte que les hacen, cruzados, los dos tipos que han aparecido allí. ¿El destino en forma de amor? El destino delega en los hombres, saben todos los espectadores desde Esquilo. ¿Realmente hay tragedia en que las chicas acaben enamorándose de otros? La hay en la medida en que, creyendo que están manejando el mundo a su antojo (la apuesta), lo que hacen los personajes es desencadenar unas consecuencias que de todos modos se iban a desencadenar (acabar creyendo que el amor es más casual que necesario; aleteos del pajarraco del cinismo).
Tradicionalmente, y esta es una de las gracias de esta alegre ópera, los personajes se reconcilian y ríen mucho cuando se descubre la Sachertorte y todos vuelven a los brazos originales. En la versión de esta temporada, y esta es una de las gracias de Haneke, las chicas se quedan un poco pegadas cuando se dan cuenta de que los novios legítimos no les gustan tanto como los nuevos. Es decir, no sólo hemos vivido una galante aventura, sino que hemos cambiado. A nosotros, humanos postmayas, amantes en tiempos hipster, nos queda la posibilidad de convencernos de que así amaremos mejor en el futuro, ahora que uno de los velos de la ilusión ha sido alzado. Nos lo hemos pasado muy bien en la aventura, ¿pero no habremos gastado en ella el último cartucho de la despreocupación?
Por último, hay que introducir en la disoluta y masónica ecuación (o quizá en la ecuación de Mason-Weber, que “describe la sedimentación y difusión de solutos bajo la acción de una fuerza uniforme, usualmente el campo gravitatorio”) la pieza fundamental, que es la música de Mozart. Aviados estamos si pretendemos deducir axiomas de las artes que se despliegan en el tiempo, sobre todo de la música, tan abstracta. De esta ópera se dice siempre que es muy misteriosa, pero lo misterioso no puede ser la aparente contradicción de que una historia que no se sabe si es amoral o inmoral o libérrima se cuente con una música tan consciente de su propia bondad, de su necesidad. Lo que es misterioso, a lo mejor, y por ahora no me puedo acercar más, es el estado tan relajado y de acuerdo con el mundo que te deja la representación, a pesar de las espinas y recovecos de la historia. Y ese estado sólo se alcanza exponiéndose a ella, no dándole vueltas.
En cuanto al trabajo de Haneke, ya he comentado la buenísima dirección de actores, y la puesta en escena no deja de parecer un largo plano fijo. También como película, esta versión de Così fan tutte es buenísima. Id con un novio que no sea el vuestro, que tampoco pasa nada. //Bárbara Mingo Costales
Così fan tutte, de Wolfgang Amadeus Mozart, se representa en el Teatro Real entre el 23 de febrero y el 17 de marzo. Los directores musicales son Sylvain Cambreling (23, 26 y 28 de febrero y 2, 4, 6 y 9 de marzo) y Till Drömann (12, 15 y 17 de marzo) y la puesta en escena es obra de Michael Haneke. La interpretación es del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, y de Anett Fritsch (Fiordiligi), Paola Gardina (Dorabella), Juan Francisco Gatell (Ferrando), Andreas Wolf (Guglielmo), Kerstin Averno (Despina) y William Schimell (Don Alfonso).
Teatro Real | Plaza de Oriente s/n | 915160660
Horarios: 6, 9, 12, 15 de marzo a las 19:00 h y 17 de marzo a las 18:00 h.
Precios: 8€ – 363€ Investíguese aquí.
*Menores de 30
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