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Presentación

¿Dónde está mi tribu?, de Carolina del Olmo

26 Sep 2013 - 26 Sep 2013
Círculo de Bellas Artes

Mi padre era marino mercante y se pasaba meses fuera de casa. Pero estaban mi madre y mis abuelos y mis tíos y mis primos y los amigos de la familia y los vecinos.

Ahora, a 8.000 km de esa y otras redes, mis alumnos me preguntan, “profe, ¿y usted por qué no tiene hijos? ¿está enferma? ¿tiene algún problema médico? ¿Dios no se los quiere enviar? ¿no ha pensado lo sola que va a estar cuando sea vieja?”

Dónde está mi tribuQuienes deciden no tener hijos pertenecen, aunque no lo sepan, a un movimiento llamado childfree, que suena un poco a “menos mal, libre de hijos”, pero mejora el anterior childless.

Las mujeres que no quieren tener hijos a menudo tienen que aguantar ser tildadas de egoístas o de desnaturalizadas. Aguantar a madres delirantes que sueltan mamarrachadas tales como: “es que si no tienes un hijo nunca te vas a sentir realizada”. O el ya extremo: “te va a parecer una locura, pero la mierda de mi hijo huele a pan”.

Por otro lado, quienes han decidido tener hijos -o los tienen sin haberlo decidido-, igualmente tienen que aguantar las preguntas, consejos, reprimendas, insolencias y demás aguaceros de la opinión ajena. Todos saben más que tú. Todos te dicen qué hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo. “Mejor cesárea que parto natural, así podemos programarlo”.  Todos dudan de tu inteligencia, tu instinto, tu dedicación, tu capacidad, tu recursividad. Todos tan sabios, tan expertos y tan meapilas que ni se imaginan que lo único que consiguen es despertar el instinto asesino de las madres y padres primerizos, aumentar sus inseguridades, sus dudas y su ocasional sentimiento de culpa, e intensificar las ganas de llevar a los peques en pelota picada, no ponerles nunca zapatos (total, no saben andar) y fortalecer su sistema inmunológico sin complementos farmacéuticos: nada como dejar que se rebocen en la alfombra llena de ácaros, que intercambien babas con el perro y que descubran por su cuenta a qué saben la arena y el cesped mientras las señoras enlacadas exclaman aterrorizadas: “¡pero si ahí es donde saco yo a hacer pipí a mi mascota!”

Todos leen mil libros de blancas portadas y se desquician si su hijo no entra dentro de la media de peso, de altura, de eructos o de cagadas diarias. Como si los niños salieran de un molde. Como si la homogeneidad y la ortodoxia no nos hubieran hecho ya suficiente daño.

Esto cuando el niño nace. Pero aún queda por delante la educación, que admite tantas variedades de la majadería que se requiere la invención de un concepto más amplio que el de infinito. Llega el cumpleaños del niño y el caraeverga de su padre rechaza el regalo que le haces a su hijo porque “es rosa y no quiero que me salga maricón”. Pues no te preocupes, que para el próximo ya le compro un tricornio y una escopeta. O las madres que reprenden a otras madres: “¿no te da vergüenza que vean a tu hijo todo el día jugando con muñecas?” No, vergüenza me daría pagar 1.000 euros por un carrito.

Para rematar, el ámbito laboral siempre al acecho. Y ahí ya sí que la cosa es para mear y no echar ni gota: “no pensarás echar por tierra tu carrera dedicándote a parir como una coneja, ¿no?” Carrera la del galgo, oiga. O la entrevista de trabajo con un cretino casposo que considera que puede preguntar todo lo que le venga en gana, por ejemplo: “¿no tendrás en mente tener hijos, no?” Sí, todo un ejército. Y los entrenaré para exterminar de este planeta a los capullos como tú. O quienes directamente tildan de locos, suicidas y kamikazes a quienes quieren tener hijos y de hecho los tienen “sin que se haya acabado la crisis, porque lo que hay que hacer ahora es trabajar y producir”. O las compañeras de curro que por la mañana, tras toda una noche en vela intentando dormir al niño, te reciben con un “pero qué mala cara tienes, mari, vaya ojeras, anda y ves y te pones un poco de maquillaje, que estás que espantas”.

En definitiva, el abrumador número de opiniones sobre cómo criar a tu hijo es inversamente proporcional a las personas que pueden ayudarte de forma efectiva a hacerlo. Más cuando ambos, padre y madre, trabajan y, cada vez más habitualmente, el trabajo les obliga a desplazarse lejos de sus respectivas familias. Con lo felices que éramos (y somos) con nuestros abuelos.

Todo esto viene a que Carolina del Olmo, directora de cultura en el Círculo de Bellas Artes y directora de la revista Minerva, presenta su libro ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista. Experiencia propia y reflexiones sobre sobre cómo es ser madre y cómo es posible cuidar, del niño y de una misma, en un contexto capitalista./Henar Lanza

Jueves 26. 19:00 h. Sala Valle-Inclán. Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. 91 360 54 00.

Para que te formes tu propio criterio, aquí tienes:
- un adelanto de su libro
- su blog: ¿Dónde está mi tribu?
- su twitter @Caro_delOlmo

Carolina del Olmo (2013) ¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualistaClave intelectual.

Dónde encontrarlo: en todas estas librerías.

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