6 Oct 2013 - 24 Nov 2013La Puerta Estrecha
Marx está vivo en un bar de Lavapiés. Y no hablamos de que su palabra esté viva blabla… Que no, que está vivo de verdad. Por alguna conjunción estelar Marx se nos ha aparecido aquí al lao, en la mismita calle Amparo: “Un fantasma recorre Europa”, decía el famoso comienzo del Manifiesto Comunista. Y resultó que el fantasma era el suyo: el fantasma de Marx.
Todavía no les dije el segundo impacto: Marx es una chica. En vez de un viejo judío barbado es una chica, de nombre Beatriz Llorente. La actriz que hace de Marx.
Con él-ella están en la taberna la hija de Marx, Tussy (Norah Gerigh), y un joven deslenguado que resulta ser Bakunin (Francisco Valero). Los tres de la compañía teatral Turlitava.
La obra tiene el gran mérito de plantear densos dilemas filosóficos, sociales y existenciales sin aburrir en ningún momento. Con una escenografía sencilla, pero muy estratégica, que hay que agradecer al buen oficio de Jana Pacheco. Victoria Peinado, la directora, ha aligerado la experiencia con una acertada dirección de actores, fluida de movimiento: Bajan, suben, recitan, se pelean por los suelos, brindan, se emocionan y ríen. Y nosotros con ellos, muy cerca… en la mesa de al lado. Los tres actores empatizan muy bien con el público. Francisco Valero hace un Bakunin extremadamente simpático, que consigue hacerse querer en poco tiempo -que sea él quien reparte las cervezas ayuda. Norah Gerigh es una Tussy creíble, y ella sería la soprano en que recaen los agudos más dramáticos del texto, el tono más emotivo. Beatriz Llorente pronto nos hace olvidar género y juventud, y vemos con toda claridad al barbudo, contándonos su vida en Londres y lo mucho que quería a su mujer.
La Puerta Estrecha es un lugar encantador en Lavapiés. Encantador porque te encanta. Es como la casita de chocolate de la bruja, con sus sillones, sus estanterías de libros y sus lámparas. Pero a los adultos en vez de chocolate les obsequian con una cerveza. Mucho mejor, ahora que somos mayores y podemos beber alcohol. Vemos la obra pegados a los actores y con una cerveza fría. Eso pues… mola.
La bruja de la casita es Marx. Ya os dije que era una moza: Beatriz Llorente. Esa es la magia del teatro, y funciona desde las máscaras griegas: Los jóvenes parecen viejos y las chicas chicos.
Y los espectadores son parroquianos de una taberna, fuera del tiempo y el espacio. Sentados en las mesas, apurando su cerveza, escuchan a Marx, Bakunin y Tussy discutir, sentados en la mesa central del bar. Uno de los aciertos del libreto es haber convertido lo que originalmente era un monólogo en un diálogo entre tres personajes. Mucho mejor un diálogo, más socrático y también más entretenido, donde va a parar. La apuesta es sencilla pero efectiva: En la hija de Marx tenemos la biógrafa, el confidente que puede contarnos secretos vergonzantes de la vida de Marx. Exhibir sus contradicciones. Ponerle contra las cuerdas. En Bakunin tenemos al oponente ideológico. Alguien tenía que dar voz a la vieja división de la izquierda entre anarquistas y marxistas.
La obra se basa en un texto teatral escrito en 1999, “Marx en el Soho”, de Howard Zinn, un historiador estadounidense. En el texto original Marx vuelve al soho londinense, donde pasó años de su vida, pero un error hace que aparezca en la actualidad. El libreto de esta obra cambia el complemento circunstancial de lugar: Benjamín Jiménez, ha reescrito el texto, trasladando a Marx del soho a Lavapiés.
¿Por qué Lavapies? Será que nos quieren hablar del barrio. Quizás por el 15m, o colectivos como Tabacalera, Embajadores con Provisiones, Esta es una Plaza o el Mercado de San Fernando; o de los Stop Deshaucios; o de las Brigadas vecinales, o de los solares y centros sociales okupados y desokupados. Sin duda es un buen barrio para hablar de postmarxismo. Lavapiés es un caldo de contundente base proteica. Un escenario perfecto para trabajo de campo sociológico, antropológico, político.
Claro que tiene interés revisitar a Marx. Más que nunca, ahora que el Capital sufre una más de sus muchas crisis. Todas ellas están en Marx, antes de que ocurrieran. Porque Marx es un filósofo muy listo. Y Marx no es marxista, como se encarga de recordarnos la obra. Es sobre todo un hombre, con sus temores, debilidades y traiciones. O en este caso una mujer.
Marx en Lavapiés
Teatro La Puerta Estrecha | Amparo 94 | 914 672 224.
Horario: Del 6 de octubre-24 de Noviembre
Domingos, 20,30 horas
Entrada 9€ en taquilla internet-12€