Piranesi retratado por su hijo. De tal palo...

El otro día me pasé por el CaixaForum para ver la tan cacareada exposición de William Blake. Me encantaron los grabados porque vi de dónde ha sacado Robert Crumb la inspiración para los personajes de su Libro del Genesis, pero el conjunto me dejó un poco frío. Como todavía era pronto me decidí a subir a la siguiente planta a ver qué exposición había.Lo que me encontré fue un título que no me decía nada: Las artes de Piranesi. Parecía que iba de grabados, no tenía muy buena pinta.Empecé a echar un vistazo a los primeras láminas. Me vino a la cabeza una muestra de hace unos meses, Arquitecturas pintadas, puesto que la temática giraba en torno a una visión idealizada de una Roma antigua y ruinosa. Poco a poco me fui sumergiendo más y más, como un Indiana Jones de salón, en el mundo mágico, racionalista, fantasioso, científico, artístico y algo enloquecido del gran Giovanni Battista Piranesi.Piranesi nació en 1720, una época puente entre el Barroco y el Neoclasicismo. El hombre se consideraba arquitecto, aunque solo se construyó uno de sus proyectos, la iglesia de Santa María del Priorato. Se le suele incluir dentro de los primeros arqueólogos, pero excavar, no excavó mucho. Se le valora como un grabador de enorme influencia, eso sí.Piranesi era un defensor de la arquitectura romana frente a la griega, ya que en su época había dos corrientes enfrentadas. Por un lado estaban los que consideraban que la arquitectura griega era la original y valiosa, mientras que la romana no era más que una copia; por el otro estaban los que consideraban que los romanos, influidos por etruscos y egipcios, eran superiores como ingenieros y arquitectos. Para demostrarlo, nuestro hombre se dedicó a reconstruir el plano urbano de la capital del Imperio y a representar sus monumentos más importantes en versión ruina y en versión original. El resultado son unas láminas asombrosas, algunas de un tamaño descomunal, absolutamente repletas de tramas finísimas y perfectas. Tan perfectas que cualquiera que alguna vez haya tenido que usar un Rotring las consideraría imposibles.Lo que define el carácter de un genio está en las formas y en los detalles. Podría haber presentado las láminas friamente, con espíritu práctico e ingenieril, pero no. Los planos tienen volumen porque los muestra como restos arqueológicos encontrados, como si los hubiera rescatado de la tierra fragmentados y los hubiese tenido que recomponer. Luego les superpone pergaminos, cuartillas y papeles arrugados con leyendas de mapas, detalles de columnas y cosas así, dándole una apariencia de mesa de trabajo. Todo naturalmente tridimensional a base de cientos de horas de darle al punzón. Sin ordenador. ¡Sin luz eléctrica!El mundo de Piranesi es barroco y representa algo tan cartesiano como la ingeniería aplicada a la construcción de espacios arquitectónicos. Pero la imaginación que poseía era extremadamente poderosa y guiaba su mano, haciéndose tan indispensable como la escuadra y el cartabón. En un momento dado empiezas a preguntarte si realmente la antigua Roma imperial podía ser físicamente tan grandiosa, cuánto hay de base científica y cuánto de visión artística. Las recreaciones se mezclan con las invenciones y las alegorías llevándote a un punto en el que el espectador entregado llega a ese punto tan maravilloso que en la narrativa se llama suspensión de la realidad. Piranesi, en ese momento, te ha hecho suyo y no puedes escapar.No pensé en ningún momento en Doré ni en ninguno de esos locos ingleses que dibujaron la Alhambra en el XIX. Me acordé de dibujantes de comics como Bernie Wrightson o, en menor medida, Brian Bolland. Lo vi claro: Piranesi era un dibujante de comics, pero no conocía tal forma narrativa porque no existía todavía, aunque todos los elementos estaban ya presentes sin que él lo supiese. Da igual, consigue el objetivo de transportarte a su mundo, un mundo extinguido y -al menos para él- mejor que el que le tocó vivir. Un mundo de aguafuertes.Uno de los platos fuertes de la expo es una reconstrucción audiovisual en 3d de su serie Cárceles inventadas. Puro Escher, puro horror gótico, puro tenebrismo. Se me pasó el tiempo llevando la mirada de la pantalla a los grabados.Por fin, una azafata me echó de la sala con maneras templadas. De camino a la salida vi una parte final de la expo a la que todavía no había llegado, una serie de reproducciones de objetos decorativos que mezclaban lo romano con lo barroco de forma demencial. ¡Y son enormes!Tengo que volver al CaixaForum y volver a verlo todo con más calma. Es una de esas muestras que se pueden degustar mil veces. De las que te pueden llegar a obsesionar./ Pablo Zapata CaixaForum | Paseo del Prado, 36 | webHorario: L-D: 10-20hPrecio: Entrada libre” />

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Exposición

Las artes de Piranesi

1 Aug 2012 - 9 Sep 2012
CaixaForum

Piranesi retratado por su hijo. De tal palo...

El otro día me pasé por el CaixaForum para ver la tan cacareada exposición de William Blake. Me encantaron los grabados porque vi de dónde ha sacado Robert Crumb la inspiración para los personajes de su Libro del Genesis, pero el conjunto me dejó un poco frío. Como todavía era pronto me decidí a subir a la siguiente planta a ver qué exposición había.

Lo que me encontré fue un título que no me decía nada: Las artes de Piranesi. Parecía que iba de grabados, no tenía muy buena pinta.

Empecé a echar un vistazo a los primeras láminas. Me vino a la cabeza una muestra de hace unos meses, Arquitecturas pintadas, puesto que la temática giraba en torno a una visión idealizada de una Roma antigua y ruinosa. Poco a poco me fui sumergiendo más y más, como un Indiana Jones de salón, en el mundo mágico, racionalista, fantasioso, científico, artístico y algo enloquecido del gran Giovanni Battista Piranesi.

Piranesi nació en 1720, una época puente entre el Barroco y el Neoclasicismo. El hombre se consideraba arquitecto, aunque solo se construyó uno de sus proyectos, la iglesia de Santa María del Priorato. Se le suele incluir dentro de los primeros arqueólogos, pero excavar, no excavó mucho. Se le valora como un grabador de enorme influencia, eso sí.

Piranesi era un defensor de la arquitectura romana frente a la griega, ya que en su época había dos corrientes enfrentadas. Por un lado estaban los que consideraban que la arquitectura griega era la original y valiosa, mientras que la romana no era más que una copia; por el otro estaban los que consideraban que los romanos, influidos por etruscos y egipcios, eran superiores como ingenieros y arquitectos. Para demostrarlo, nuestro hombre se dedicó a reconstruir el plano urbano de la capital del Imperio y a representar sus monumentos más importantes en versión ruina y en versión original. El resultado son unas láminas asombrosas, algunas de un tamaño descomunal, absolutamente repletas de tramas finísimas y perfectas. Tan perfectas que cualquiera que alguna vez haya tenido que usar un Rotring las consideraría imposibles.

Lo que define el carácter de un genio está en las formas y en los detalles. Podría haber presentado las láminas friamente, con espíritu práctico e ingenieril, pero no. Los planos tienen volumen porque los muestra como restos arqueológicos encontrados, como si los hubiera rescatado de la tierra fragmentados y los hubiese tenido que recomponer. Luego les superpone pergaminos, cuartillas y papeles arrugados con leyendas de mapas, detalles de columnas y cosas así, dándole una apariencia de mesa de trabajo. Todo naturalmente tridimensional a base de cientos de horas de darle al punzón. Sin ordenador. ¡Sin luz eléctrica!

El mundo de Piranesi es barroco y representa algo tan cartesiano como la ingeniería aplicada a la construcción de espacios arquitectónicos. Pero la imaginación que poseía era extremadamente poderosa y guiaba su mano, haciéndose tan indispensable como la escuadra y el cartabón. En un momento dado empiezas a preguntarte si realmente la antigua Roma imperial podía ser físicamente tan grandiosa, cuánto hay de base científica y cuánto de visión artística. Las recreaciones se mezclan con las invenciones y las alegorías llevándote a un punto en el que el espectador entregado llega a ese punto tan maravilloso que en la narrativa se llama suspensión de la realidad. Piranesi, en ese momento, te ha hecho suyo y no puedes escapar.

No pensé en ningún momento en Doré ni en ninguno de esos locos ingleses que dibujaron la Alhambra en el XIX. Me acordé de dibujantes de comics como Bernie Wrightson o, en menor medida, Brian Bolland. Lo vi claro: Piranesi era un dibujante de comics, pero no conocía tal forma narrativa porque no existía todavía, aunque todos los elementos estaban ya presentes sin que él lo supiese. Da igual, consigue el objetivo de transportarte a su mundo, un mundo extinguido y -al menos para él- mejor que el que le tocó vivir. Un mundo de aguafuertes.

Uno de los platos fuertes de la expo es una reconstrucción audiovisual en 3d de su serie Cárceles inventadas. Puro Escher, puro horror gótico, puro tenebrismo. Se me pasó el tiempo llevando la mirada de la pantalla a los grabados.

Por fin, una azafata me echó de la sala con maneras templadas. De camino a la salida vi una parte final de la expo a la que todavía no había llegado, una serie de reproducciones de objetos decorativos que mezclaban lo romano con lo barroco de forma demencial. ¡Y son enormes!

Tengo que volver al CaixaForum y volver a verlo todo con más calma. Es una de esas muestras que se pueden degustar mil veces. De las que te pueden llegar a obsesionar./ Pablo Zapata

 

CaixaForum | Paseo del Prado, 36 | web
Horario: L-D: 10-20h
Precio: Entrada libre

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