26 Jun 2012 - 1 Jan 2013Espacio Fundación Telefónica
Casi cometo el error de ponerme denso con esta reseña. Es algo que, con frecuencia, sucede a la hora de abordar la ciencia.
En este año en el que los recortes para investigación son de un 25’6 por ciento, es un placer dejar de buscarle un sentido exacto a la tecnología y disfrutar de esta muestra tan sesuda y, sin embargo, al borde del no-sense. Un recorrido de lo más bizarro entre robots y experimentos frankensteinianos que tratan de reflexionar, ni más ni menos, sobre lo que es vivir.
Aquí se nos presenta un conjunto de piezas que se saltan alegremente las leyes de la robótica de Asimov, pero que comulgan con la idea básica que el escritor y científico terminó por dejarnos clara en cada una de sus novelas: la ciencia debería molar. Debería ser como un tripi.
A los de la Fundación les encantan las muestras tecnológicas. La Fundación, además de ser uno de los edificios con más fantasmas de la ciudad y de los más temidos por los equipos de seguridad, es un poco como la mansión privada de uno de los líderes de Spectra, la agrupación enemiga de James Bond. De hecho, es de Telefónica, así que, en efecto, todo lo anterior tiene sentido.
Esta exposición es el fruto de un concurso artístico llamado VIDA. La pieza ganadora es un container tuneado para hablar con los muertos. Una especie de cápsula del tiempo que contiene vida del pasado. Es decir: muerte del presente.
El caso es que en la expo también hay animales robóticos, humanoides, paisajes florales que reaccionan ante el visitante como los bosques de Avatar, una cabeza dotada de inteligencia artificial, unos insectos proyectados que suben por tus brazos y, sobre todo, una especie de teta que se comunica sudando.
Y es a esta teta donde quiero llegar.
Esta teta es la leche.
Esta teta es como sacada del libro de Philip Roth.
Cuando la acaricias o -si eres un poco cabroncete- la golpeas, la teta suda, suda según le parece.
No sé… Para mí, esa teta es la vida misma. El no-sense definitivo. Cuanto más suda, más la entiendo. Más lo comprendo todo.
Y, claro, esta teta… esta teta no es fotogénica. Como sucede en la vida misma, no podréis sentir su esencia en las fotos.
Tampoco es bonita, no es como una de Leonor Walting. Así que, si queréis hablar con ella, si queréis admirarla, tendréis que ir a la Fundación de Spectr… digo, Telefónica./ Fernando Epelde
Fundación Telefónica | c/ Fuencarral, 3 | web
Horario: M-D: 10-20h
Precio: Gratis