Manuel Bartual es uno de esos creadores que lo hacen todo, y todo bien, como si los días tuviesen más de 24 horas y encima le diese tiempo de echarse la siesta. No sólo publica sus cómics en El Jueves (Sexorama), sino que además ha montado una editorial (¡Caramba!), saca cortos regularmente y, por si fuera poco, acaba de estrenar su primer largo, Todos tus secretos.
Todos tus secretos está producida por Calle 13 como un spin-off de la iniciativa #littlesecretfilm. Una iniciativa realmente interesante a la que en La Playa no le hemos hecho mucho caso hasta ahora por varias razones incómodas: las condiciones de grabación a lo Dogma nos parecen una chorrada restrictiva que quita más de lo que aporta; han hecho un montón de pelis muy irregulares y supone una inversión de tiempo tremenda verlas todas para hacerse una idea de conjunto; las que hemos intentado ver eran tan malas que nos han quitado las ganas de ver más; y creemos que es mejor que pase un poco de tiempo y se vayan decantando por su calidad. No nos gusta hacer reseñas negativas, preferimos no escribir sobre lo que no nos gusta y así todos nos ahorramos el mal trago. Pero algún día nos pondremos a verlas todas, espero…
Sin embargo, Todos tus secretos se ha saltado algunos de los límites impuestos y el resultado es especialmente bueno. Los cortos previos de Bartual ya dejaban ver que es un director muy mañoso, de excelente gusto en el encuadre y los tiempos narrativos, con mucha mano a la hora de dirigir a los actores y un gran talento para cerrar las historias con un giro sorprendente. Pero el salto al largo es complicado, una prueba de fuego en la que muchos fracasan.
Pues bien, el bueno de Bartual, en vez de arredrarse, se ha marcado un ejercicio de estilo brutal. A lo largo de 82 minutos la pantalla se mantiene dividida en nueve recuadros que se corresponden con otras tantas webcams en las que se va desarrollando la acción, invariablemente, sin florituras visuales ni filigranas, en largos planos-secuencia. Esta opción formal autoimpuesta, tan estricta, es terreno abonado para el desastre y/o el bostezo. Pero no: las descacharrantes historias de los personajes, el diálogo visual entre los encuadres, el medio desarrollo de la trama y un timing ajustado hacen que salga victorioso. Y luego están las actuaciones, perfectas, naturales, cercanas y entrañables. ¿Cómo es posible juntar a diez actores y actrices (relativamente) jóvenes y conseguir que ninguno la cague? Había perdido toda esperanza después de tantas series y películas españolas con pseudoactores.
La trama es un juego de engaños y ocultamientos en la que somos testigos de lo que ocurre exclusivamente a través de las webcams, como un voyeur 2.0. Bartual no se mete en camisa de once varas profundizando en las cuitas de los numerosos personajes más allá de lo necesario, lo que lastraría el ritmo de una peli tan coral, sino que se apoya en el trabajo actoral, en las sugerencias sutiles y en las elipsis para que vayamos construyendo la historia de cada uno en nuestra cabeza. Es fácil poner la imaginación a trabajar porque todos tenemos amigos como los que salen en pantalla.
Hasta nosotros mismos nos veremos reflejados en más de una ocasión, sobre todo cuando lo que hacemos frente al teclado es un secreto que mantenemos oculto hasta a nuestro círculo más íntimo.
Esta comedia agridulce es para Bartual lo que Tesis fue para Amenábar, una carta de presentación que dice “Esto es lo que puedo hacer con dos duros. Dame pasta y verás de lo que soy capaz”. Con el presupuesto de un videoclip indie se ha marcado una peli más que notable que, si hay justicia en el mundo, debería dar a todos los implicados un merecido empujón profesional. Si Amenábar, Noriega y hasta Fele Martínez tuvieron su oportunidad, esta gente se lo merece con creces.
La peli se puede ver online, y te la ponemos en bandeja a un click de distancia. De nada./ Pablo Zapata
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